20.05.2010 - ARMANDO F. BARTOLOMÉCOORDINADOR LOCAL DE UPYD DE GIJÓN
Conviene reflexionar políticamente sobre lo que está ocurriendo en torno a los recortes de los sueldos de los funcionarios y las repercusiones que están teniendo en la opinión pública. ¿Qu logran percibir los ciudadanos? ¿Están entendiendo el problema? Los recortes anunciados por el PSOE a los sueldos de los funcionarios (mejor dicho, a los empleados públicos) y la congelación de las pensiones han sido recibidos de muy distinta forma. Mientras que la congelación de las pensiones ha sido rechazada mayoritariamente, la bajada del sueldo de los empleados públicos ha sido aceptada por una amplia mayoría. De hacer caso a las encuestas, y si descontásemos el lógico rechazo de los perjudicados y de sus familias, probablemente los partidarios del recorte de sueldos constituya una mayoría aplastante.
Cabe pararse a pensar un poco. Una formidable campaña mediática del Partido Socialista en todos los frentes y muchos silencios cómplices están logrando que se identifique el despilfarro de las administraciones públicas con las retribuciones de un personal al que se considera excesivo e inútil. Incluso los pocos intentos bienintencionados por recordar a los ciudadanos la utilidad de los empleados públicos han ido por la línea de destacar la existencia (da vergüenza decirlo) de los funcionarios asistenciales: médicos, profesores o policías, en claro detrimento de los funcionarios de gestión, más discretos y con el sambenito de vagos sin remedio y chupasangres. Ocultando que sin gestión no hay asistencia eficaz... Y más aún, que el PSOE y el PP son los responsables últimos de esta gestión en los últimos treinta años y a ellos hay que achacar, sin duda, lo bueno pero también lo malo. Porque lo cierto es que no han logrado un pacto de Estado para modernizar la Administración en gran medida porque iría contra sus propios intereses partidarios.
Se está jugando con fuego. Es necesario recalcar que los sueldos de los empleados públicos no son altos... Abundan los sueldos de 1.000 euros, y si nos vamos hasta los 1.200, la proporción es sencillamente abrumadora... Es evidente que se les está utilizando como el chivo expiatorio. Descubierto el enemigo oculto pero cercano, se produce una inmediata satisfacción de la multitud que ve calmada así su frustración y resentimiento. Las conversaciones en la calle han recuperado al funcionario grotesco de los chistes y flota en ellas un gran placer al imaginarlo retorciéndose de rabia en su cubículo.
Todo ello sirve para que la ciudadanía se olvide de buscar la fuente de la que procede el chorro de dinero que se malgasta: exceso de ministerios y de consejerías; montones de empresas, organismos, fundaciones y entidades públicas, con sus correspondientes directivos puestos a dedo por los partidos políticos, sin control parlamentario, y que han proliferado como hongos en la elefantiasis autonómica; inflación de altos cargos; sinecuras ahora llamadas personal de gabinete con denominaciones distintas, pero entre las que predominan las de asesores y consejeros y en las que no faltan sindicalistas ni ineptos, aunque muy fieles a la causa de su partido; duplicación de órganos (realmente puede ser una multiplicación por 17); dietas escandalosas al calor de lo público... Habría que investigar, por ejemplo, cuántos afiliados al partido del señor Zapatero ocupan puestos pseudofuncionariales en la Administración del Principado: desde jefaturas de servicio a direcciones generales, con muy buenos sueldos y excelentes complementos. Qué sucede con los viajes. ¿Es sensato que cada comunidad autónoma tenga órganos consultivos, tribunales de cuentas o defensores del pueblo propios? No parece muy lógico. ¿Y qué sucede con las obras faraónicas, con los montones de museos carísimos (La Laboral), con subvenciones discutibles para ínfimas banalidades pseudoculturales o para asociaciones 'amigas'? ¿Qué pasa con las televisiones mal llamadas públicas? Eso por no hablar de los enormes desfases presupuestarios de gigantescas obras públicas que no tienen, por otro lado, ninguna consecuencia política contra los malos gestores... No pierden ni las dietas. ¿Ha dimitido alguien por el desfase de El Musel? ¿Qué sucedió con el metrotrén? ¿Deben realizarse unas obras en el paseo de Begoña por tercera vez en veinte años, cada una de las cuales era el no va más de lo moderno y funcional o así nos las vendieron? No seguimos para no aburrir.
En fin, los empleados públicos van a ver sus sueldos recortados, pero el chorreo y malgasto de dinero público continuará. El PSOE ha tomado estas medidas obligado y tapando el verdadero pozo negro: el asalto de los partidos a la Administración y su esmerada explotación en múltiples frentes... El Gobierno ha tomado una medida demagógica para distraer la atención y quedarse con la pasta y el poder. Se le exigía un gesto y lo ha hecho. Aquí es lo único que funciona: hacer gestos y no reformar nada. Y Zapatero lo sabe. Un gesto puede salvar aunque uno sea un inepto y un mentiroso. Estética sin ética. Todo por nuestro bien. Es hora de sacrificarnos Tenemos suerte que nos gobierne alguien como él: gran timonel. Y luego, la traca final: la UGT convoca a la huelga a los funcionarios.
De risa por no llorar... Estamos rodeados de farsantes.