ELOGIO DE LA POLÍTICA

FESTINA LENTE

lunes, 22 de febrero de 2010

A favor de la memoria histórica

FÉLIX DE AZÚA
EL PAÍS - Opinión - 20-02-2010

Tener un amigo que, cuando lo necesitas, te presta 1.000 euros para pagar el alquiler es una bendición, pero hay regalos más duraderos que el dinero, aunque no muchos. Uno de ellos es un libro porque sus efectos sobre nuestra vida pueden ser perdurables. Cuando Jorge Vigil me regaló hace una semana el libro de Tony Judt titulado Sobre el olvidado siglo XX no me libró de un casero ocasional, sino del deudor más peligroso: el desánimo.
Llevaba yo una temporada abatido al constatar el escaso número de escritores, periodistas, profesores, en fin, gente responsable, que compartía conmigo una visión tan poco optimista de la España actual, de su vanidoso gobierno y de sus caprichosas autonomías, cuando de pronto me vi arropado por un profesional cuya opinión se respeta en el mundo civilizado. Un alivio.

Tras leer a Judt me pareció entender que no éramos, mis colegas críticos o yo mismo, un cultivo cizañero al que divierte poner a parir el espectáculo gubernamental, un fruto de secano cubierto de espinas que sigue, como en tiempos de Franco, arrastrando su soledad a la manera de un estandarte. Si un producto de regadío tan bien nutrido como Judt decía exactamente lo mismo, aunque referido a objetos de mayor tamaño, cabía la posibilidad de que no estuviéramos del todo equivocados, los incorrectos de esta provincia.

Aunque sea una colección de artículos, algunos ya con una década sobre el título, la poética del libro de Judt, su claro y distinto pensamiento, puede resumirse sucintamente. El "olvidado siglo XX" (así le llama) ha sido uno de los más atroces de la historia de la humanidad. Sus matanzas no pueden compararse, ni en cantidad ni en calidad, a las añejas barbaridades.

La gigantesca nube de horror del Novecientos tiene, además, una característica peculiar. A diferencia de los tiempos antiguos, en el siglo XX se expande y domina una fuerza de choque ideológica que desde el caso Dreyfus se denomina "la intelectualidad", la cual se encarga de justificar todas las salvajadas pretendidamente izquierdistas. De ahí el "olvido" y la buena conciencia.

A comienzos de siglo, tras la primera guerra mundial y la revolución rusa, la parte mayor y mejor de esa intelectualidad europea apoyó lo que se solían llamar "posiciones de izquierda". Y entonces lo eran.

El drama es que a medida que el siglo avanzaba, las "posiciones de izquierda" iban dejando de ser de izquierda y se convertían en mero usufructo de intereses de partido, cuando no económicos y de privilegio. La derecha nunca ha tenido necesidad de justificar sus infamias, no trabaja sobre ideas sino sobre prácticas, pero se suponíaque la izquierda era lo opuesto. En la nueva centuria ya no hay diferencia.

Quienes nos hicimos adultos en la segunda mitad del siglo XX y nos creímos parte integrante de esa izquierda que, según nuestro interesado juicio, recogía lo mejor de cada país, no sólo estábamos siendo conservadores y acomodaticios al no movernos de ahí a lo largo de las décadas, sino que fuimos deshonestos. Eso no quiere decir que no hubiera en la izquierda gente honrada y dispuesta a sacrificarse, muchos hubo y algunos murieron en las cárceles de Franco, pero no eran escritores, ni periodistas, no eran, vaya, "intelectuales".

Y lo que es más curioso, aquellos escritores que en verdad eran de izquierdas tuvieron que soportar los feroces ataques de los "intelectuales de izquierdas" oficiales que entonces, como ahora, apoltronados en sus privilegios, eran enemigos feroces de la verdad. Tal fue el caso de Camus, de Orwell, de Serge, de Koestler, de Kolakowski, que se atrevieron a ir en contra de las órdenes del Partido y de la corrección política. Las calumnias que sobre ellos volcó la izquierda aposentada, descritas por Tony Judt, son nauseabundas.

De ellos habla su libro, pero podría haber hablado de otros cien porque cualquiera que osara ir en contra de la confortable izquierda oficial para denunciar las carnicerías que se estaban produciendo en nombre de la izquierda, era inmediatamente masacrado por los tribunos de la plebe.

Tachados de fascistas, de agentes de la CIA, de criptonazis o de delincuentes comunes, hubieron de soportar casi indefensos los embustes de los ganapanes. Luego los calumniadores se tomaban unas vacaciones en Rumania y regresaban entusiasmados con Ceausescu. En las hemerotecas constan nuestros turistas entusiastas. Lo mismo, en Cuba. Fueron muchos.

La deshonestidad no afectó tan sólo a los crímenes estalinistas, maoístas o castristas. En un capítulo emocionante explica Tony Judt las dificultades que tuvo Primo Levi para que la izquierda italiana tomara en consideración sus libros sobre Auschwitz, comenzando por el arrogante Einaudi. Y cómo hasta los años sesenta, más de 20 años después de escritos sus primeros testimonios sobre el Holocausto, no comenzaron a horrorizarse los izquierdistas. ¡Veinte años en la inopia, la progresía!

La impotencia de tres generaciones de izquierdoides para defender la verdad se acompañó del triunfo de los héroes de la mentira, desde el Sartre envilecido de los últimos años, hasta el chiflado Althusser cuyos delirios devorábamos los monaguillos de la revolución maoísta. Todavía hoy un valedor de la dictadura como Badiou fascina a los periodistas con un libro sobre "el amor romántico", cuando es el sentimentalismo tipo Disney justamente lo propio del kitsch estalinista y nazi, su producto supremo.

Sigue siendo uno de los más dañinos errores de la izquierda no aceptar que entre un nazi negacionista y un estalinista actual no hay diferencia moral, por mucho que el segundo pertenezca al círculo de la tradición cristiana (y haya tanto sacristán comunista) y el primero al de la pagana (y por eso ahí abunda el fanático de la Madre Patria).

Ya es un tópico irritante ese quejido sobre el galimatías de la izquierda, su falta de ideas, su desconcierto. ¿Cómo no va a estar desnortada, o aún mejor, pasmada, si todavía es incapaz de admitir honestamente su propia historia? ¿Si sólo entiende la memoria histórica en forma de publicidad comercial sobre la grandeza moral de sus actuales jefes?

Aún hay gente que dice amar la dictadura cubana "por progresismo" y el actual presidente del Gobierno (uno de los más frívolos que ha ocupado el cargo) se ufana de ello. ¿Saben acaso el daño que producen en quienes todavía ponen ilusión, quizás equivocada, pero idealista, en la palabra "izquierda"? ¿Y cómo puede un partido que alardea de progresista pactar hasta fundirse con castas tan obviamente reaccionarias como las que defienden el soberanismo de los ricos?

Dentro de un lustro no quedará nadie por debajo de los 60 años que se crea una sola palabra de un socialismo fundado sobre tamaña deshonestidad. No es que la izquierda ande desnortada o carente de ideas, es que no existe. Su lugar, el hueco dejado por el difunto, ha sido ocupado por una empresa que compró el logo a bajo precio y ahora vende que para ser de izquierdas basta con decir pestes del PP. ¡Notable abnegación la de estos héroes del progreso! ¡Cómo arriesgan su patrimonio! ¡Qué ejemplo para los jóvenes aplastados por la partitocracia farisaica!

El resultado, como se vio en Francia, es el descrédito de los barones, marqueses y princesas del socialismo. Su inevitable expulsión del poder. Y la destructiva ausencia de ideas en un país que ya soporta el analfabetismo funcional mayor de Europa. Una herencia que enlaza con la eterna tradición española de sumisión al poder llevada con gesto chulo por los sirvientes. Esta vez bajo el disfraz del progreso.

Y mira que sería sencillo que la izquierda recuperara su capacidad para armar las conciencias, inspirar entusiasmo y ofrecer esperanza en una vida más digna que su actual caricatura. Bastaría con decir la verdad y enfrentarse a las consecuencias. ¡Ah, pero son relativistas culturales! Y por lo tanto para ellos la verdad es un efecto mediático.



http://www.elpais.com/solotexto/articulo.html?xref=20100220elpepiopi_4&type=Tes&anchor=elpepuopi

Claves para un pacto

La empresa que le ha encomendado el presidente del Gobierno al ministro de Educación, Ángel Gabilondo, parece un encaje de bolillos de sensibilidades e ideologías contrapuestas, de reivindicaciones cruzadas, cálculos electorales y convicciones que se pisan, se tocan en algunos puntos y en otros se repelen. Al menos, todos los actores que están empezando a dibujar un posible pacto social y político por la educación (partidos, comunidades autónomas, sindicatos, asociaciones de padres, patronales, etcétera) parecen sentir en la nuca el aliento de un porcentaje muy alto de la población que les reclama que se pongan de acuerdo de una vez. Y, al menos, los principales objetivos están claros: que ese enorme 32% de jóvenes que dejan de estudiar después de la educación obligatoria, buena parte de ellos sin el título más básico, el de la ESO, consiga al menos el bachillerato o una FP de grado medio; y mejorar la calidad de la enseñanza, cuyas carencias quedan en evidencia en pruebas internacionales como la de Pisa (se puede discutir si España está en la media o tiene resultados mediocres, pero lo que ya parece claro es que son insatisfactorios). Éstas serán algunas de las claves de la negociación.
-Libertad de elección. ¿La red de escuelas públicas debe ser la principal? ¿Debe la concertada (privada subvencionada) ser subsidiaria y estar sólo allí donde no llegue la estatal? ¿O debe haber tanta concertada como reclamen los padres? Ésta última es la idea del PP, que reclama más conciertos. Su idea es que si un colegio privado tiene demanda de plazas y solicita un concierto, la administración esté obligada a subvencionarla. Mientras, sindicatos y sectores de izquierda se niegan a pasar por lo que consideran privatizar la educación en detrimento de la escuela pública. Colocan ahí una línea roja que no están dispuestos a pasar. Además, reclaman que la concertada que existe (y tiene una fuerte presencia en comunidades como País Vasco, Cataluña o Madrid) escolarice al porcentaje de alumnos complicados que les correspondería: por ejemplo, atienden al 26% del total del alumnado, pero al 14% de los inmigrantes; mientras en la pública estudian el 67% de todos los estudiantes, pero el 82% de los inmigrantes. Se suele poner este ejemplo, pero no se trata simplemente de los inmigrantes, sino que los sindicatos acusan a la concertada (en general, teniendo en cuenta que hay excepciones) de seleccionar a su alumnado dejando fuera a los más desfavorecidos socioeconomicamente, dejando a la pública las situaciones más difíciles. La concertada niega que estén seleccionando alumnos y asegura que dejaría de cobrar cuotas voluntarias si las subvenciones cubrieran "el coste real" de la educación. Todo el mundo parece estar de acuerdo en que tanto una red como la otra reciban la financiación necesaria, pero el temor de algunos sectores es que crezca la subvención pero no desaparezcan las cuotas.

-Vertebración y política lingüística. ¿Cómo se vertebra el sistema educativo en el Estado de las autonomías? Aquí también hay visiones muy distintas. Para el PP es necesario hacer currículos (contenidos) mucho más parecidos en todas las comunidades como línea general de un discurso que rechaza que haya "17 sistema educativos distintos" en cada una de las 17 comunidades autónomas. Este planteamiento choca con los partidos nacionalistas y, en especial, con los catalanes. De hecho, el PP tiene presentado un recurso en el Tribunal Constitucional contra la ley educativa catalana. Además, el PP reclama garantizar la enseñanza en castellano en todo el país, lo que choca frontalmente con el modelo de inmersión lingüística en catalán.

Por otra parte, otros sectores, desde el PSOE hasta la asociación laica de padres Ceapa o CCOO, aseguran que lo vertebra el sistema educativo es una escuela pública fuerte, lo que choca con la extensión de los conciertos. La preocupación del PP por la vertebración "es poco coherente con su política de privatizar el sistema público de enseñanza, minando lo que ha sido históricamente un eje vertebral en la construcción de los estados modernos y un instrumento de vertebración social y de solidaridad", escribía el profesor de la Universidad de valencia José Gimeno Sacristán.

-Estatuto docente. Éste será el punto fundamental para que los sindicatos firmen un pacto: acordar un estatuto docente que fije una carrera profesional para los profesores en la que se pueda escalar acreditando méritos. Pero sobre todo, la clave será que la jubilación voluntaria anticipada continúe más allá de 2011, cuando está previsto que se termine. Desde los años noventa, los docentes pueden jubilarse a los 60 años con compensaciones económicas. El acuerdo no será fácil en un momento en que el Gobierno ha lanzado la idea de aumentar de los 65 hasta los 67 años la edad oficial de jubilación para asegurar el futuro del sistema de pensiones.

-Prestigio del profesorado. Todos parecen de acuerdo en que la base de la mejora de la educación es el profesorado: mejorar sus condiciones, su formación inicial y continua y conseguir devolverle el prestigio social perdido. El documento que el Ministerio de Educación ha presentado como base del debate del pacto no lo ha recogido, pero la mayoría de sindicatos reclaman ya lo que empezó pidiendo Anpe: que se reconozca legalmente al profesor como autoridad publica, como se ha hecho en la Comunidad de Madrid. Por otra parte, en el lado opuesto, se reclama que los profesores rindan cuentas, que se les evalúe.

-Diagnóstico y reformas. El PP, los sectores cercanos y también, es justo decirlo, muchos profesores con todo tipo de afinidades ideológicas, insisten en echar las culpas de los males educativos en España a la ley educativa que aprobó el Gobierno socialista en los noventa, la LOGSE. Rechazan lo que consideran unos excesos pedagógicos que acabaron presuntamente con los valores clásicos como el esfuerzo y llevaron a la situación "catastrófica" actual. En el otro lado, empezando por el PSOE, aún reconociendo los problemas, responden que no hay tal desastre y que se deben reconocer los avances de la educación española en las últimas décadas, empezando por la extensión de la escolarización obligatoria hasta los 16 años. El problema es si el PP quiere que con el pacto se reconozca un fracaso, algo que no está dispuesto a hacer el PSOE, y el primero pretende reformas "de calado", algo a lo que el segundo tampoco está dispuesto.

-Financiación. España está por debajo de la media de la UE en gasto educativo en relación con el PIB. El documento del ministerio propone alcanzar la media europea de gasto educativo en 2015 (el 5,4% del PIB, ahora en España es el 4,92%). El PP advierte de que en el contexto actual de crisis y un PIB a la baja, con mantener el nivel actual de gasto, se alcanzaría el objetivo sin aumento de los presupuestos. En cualquier caso, el esfuerzo tiene que ser conjunto de comunidades y Gobierno central, ya que si bien la inmensa mayoría del gasto educativo lo hacen las primeras, el segundo tiene más margen de actuación con su parte. En cualquier caso, en medio de la crisis económica, nadie habla de compromisos inmediatos. Pero entre los sectores educativos se empieza a repetir la idea de que quizá es hora de gastar menos en infraestructuras y más en educación.

-Medidas. Más allá de bellos objetivos que proponen unos y otros (más plazas públicas de educación infantil hasta tres años, refuerzos educativos tempranos, flexibilización del sistema para que nadie se quede descolgado en caminos sin salida, el fomento de la exigencia, el mérito, el esfuerzo y la excelencia), una de las propuestas más concretas ha sido la de hacer un Bachillerato de tres años, en lugar de los dos actuales. Distintos colectivos, a derecha e izquierda, lo reclaman. El PP es quien lo ha dicho con más fuerza y lo que propone es quitarle un curso a la ESO para dárselo al Bachillerato.

El PSOE no está dispuesto a reducir la formación común (la equidad y la igualdad de oportunidades, dice, van en ello). La contraoferta del ministerio es hacer el último curso de la ESO (4º) más orientador: el alumno elegiría entre una vía orientada a la FP y otra, al Bachillerato, aunque ninguna condicionará la decisión final del alumno a la hora de elegir sus estudios posobligatorios. Tendrían un tronco común de asignaturas y otro específico.

-Crisis y cálculos electorales. La crisis económica tiene un tanto crispada la vida política. No es un buen ambiente para el pacto. Casi a mitad de legislatura, con los sondeos dando ventaja al PP, los cálculos electorales podrían llegar a pesar más que las razones educativas. ¿A quién beneficia electoralmente un pacto? ¿A quién le desgasta menos? ¿Al PP le convendría cerrar todos los frentes educativos que pueda antes de volver hipotéticamente a gobernar?, ¿o prefiere esperar a recuperar el poder para diseñar los cambios que le plazca?

Por otro lado, todos los grupos políticos y actores educativos son conscientes de que hay una creciente presión social a favor de que haya acuerdos y que la educación salga del debate partidista.

http://www.elpais.com/solotexto/articulo.html?xref=20100213elpepusoc_8&type=Tes&anchor=elpepusoc

«Las personas sin hogar no son más violentas que el resto de la sociedad»



A. RUBIERA

«Ojalá apareciéramos en los periódicos por cosas diferentes a lo que le sucedió a Marcelina». Álvaro Díaz Álvarez es desde hace algo más de una década el presidente de la Fundación Albergue Covadonga, el centro que da cobijo en Gijón a las personas sin hogar. A él no le gusta llamarles transeúntes. De hecho, si alguna vez los llama así a lo largo de la conversación, enseguida se corrige «porque no es la realidad». Hace hoy una semana, la vida del Albergue se conmocionó debido a la grave agresión que sufrió Marcelina Muñiz, una de las religiosas terciarias capuchinas que regentan y dan calor a la casa. Una usuaria la apuñaló en la cocina, mientras preparaba la cena.

-¿Cómo se encuentra la hermana Marcelina?

-La verdad es que no ha parado de mejorar desde que ingresó en el Hospital. El ataque fue en la base del cuello y fue muy grave porque la trayectoria del cuchillo le pilló el pulmón, y ese derrame pleural lo agravó todo. El viernes le quitaron la intubación, se pudo sentar en una butaca y empezó a ingerir algo de líquidos. Es un avance considerable que esperemos que se mantenga y, por fin, salga a planta (el viernes seguía en reanimación). Su recuperación, en todo caso, es lógico que vaya a ser lenta porque estamos hablando de una persona de 75 años.

-Llevan una semana en la que no se han cansado de decir que es el primer incidente grave en 22 años del Albergue. ¿Es así?

-No hemos parado de repetirlo porque es totalmente real. Lo sucedido es un hecho puntual. Nunca había habido agresiones, ni graves ni leves, ni a las hermanas ni a los voluntarios. La gente en el Albergue es, en general, muy respetuosa. De hecho, lo son más con los ajenos que entre ellos, porque es cierto que a veces entre el grupo sí hay discusiones. Lo que pasa es que el mundo de las personas sin hogar es muy desconocido y es fácil tener prejuicios y temores. Si a eso unimos que su aspecto físico no ayuda, todo hace que el temor se incremente. Pero los que conocemos este ambiente sabemos que las personas sin hogar no son más violentas que el resto de la sociedad.

-Dicho así, en estos momentos, no parece lo más realista.

-Soy consciente de ello. Es como decir que el avión es el medio de transporte más seguro justo cuando acaba de ocurrir un accidente aéreo. Pero no deja de ser cierto que es la forma de viajar más segura. Pues aquí ocurre igual: el Albergue es un sitio tranquilo. Lo que pasa es que fomentar el miedo en la gente es bastante fácil y quitarlo lo es mucho menos. Como mejor se consiguen vencer los miedos es con la experiencia y de eso pueden dar fe todos los que han pasado por el Albergue y nos conocen, igual que los que han pasado por la Cocina Económica. Todos los voluntarios saben que son lugares tranquilos y seguros.

-¿Cuántos voluntarios han pasado en estos años por el Albergue Covadonga?

-En la actualidad hay en torno a 90 y en global... no sé. Por aquí ha pasado mucha gente joven que estuvo poco tiempo, y luego hay un grueso muy importante de voluntarios mayores que llevan muchos años con nosotros. Algunos desde que estábamos en El Natahoyo, cuando se abrió, en 1988.

-¿Cómo se tomaron el incidente los voluntarios?

-Con muchísima pena, como todo el mundo, porque Marcelina es una persona muy querida en la casa, como lo son todas las hermanas. Y con muchísima sorpresa también, porque no es algo que se veía venir.

-Habla de sorpresa, pero se dice que los usuarios son cada vez más «exigentes» y, para mayor complejidad, tienen más patologías de toxicomanías o salud mental asociadas. ¿Es así?

-Por partes. Es cierto que el tipo de persona sin hogar que nos llega ha variado desde que se abrió el Albergue. Ya no quedan aquellos tipos bohemios, el transeúnte de mochila al hombro que iba de pueblo en pueblo buscándose la vida. Esos ahora son un porcentaje mínimo. En estos momentos la mayoría de las personas que atendemos en el Albergue ha llegado allí fruto de una situación familiar o laboral que ha ido deteriorándose, a veces por temas de salud, por mala suerte en la vida, por errores cometidos... también hay mucho inmigrante, algo que hace 15 años no había, y hay una población femenina (el 20%) que antes era inexistente. Esas son situaciones nuevas que sólo reflejan el mismo cambio que ha sufrido España en estos años. No es una situación sorprendente.

-Le insisto, ¿son más exigentes?

-La gente cada vez tiene menor tolerancia a cualquier frustración, no sólo las personas sin hogar. Es un fenómeno social que vemos en cualquier ámbito de la vida y no tenemos por qué pensar que ellos serán más ascetas que el resto. El problema de todo es que la realidad de nuestra gente es desconocida.

-Pues explíquela.

-Se piensa que las personas sin hogar son un colectivo de toxicómanos, de alcohólicos, de personas con problemas de salud mental... Y no. Lo que tienen en común toda esa gente es que no tienen casa. La gente se sorprendería si supiera que entre los que no tienen hogar hay gente universitaria; hay quien ha sido empresario de cierto éxito y le fue mal; los hay que tuvieron una vida social intensa... Lo que tienen en común no es una patología, ni una adicción, sólo es que no tienen casa. Oír algunas historias personales llevaría a muchos a sorprenderse.

-Y ellos, los usuarios, ¿cómo han vivido el ataque?

-La gente está traumatizada y preguntan constantemente por Marcelina. De hecho, fueron los que estaban allí los que ayudaron a contener a la agresora. Hay un cierto «shock» entre los usuarios y es normal. Estamos todos afectados.

-En el horizonte se vislumbra el traslado del Albergue, con Proyecto Hombre, al barrio de El Natahoyo. Si ya había una fuerte oposición de algunos colectivos, éste ha sido un mal momento para una agresión, ¿no?

-Pues sí. Si hay una población que ya tiene miedo y surge algo así el temor no va a disminuir. Lo que pasa es que el miedo es un sentimiento muy manipulable y no siempre muy racional. Vuelvo a lo de antes: ese miedo sólo se puede vencer con la experiencia. Cuando el Albergue lleve unos años en El Natahoyo y no pase nada, la gente perderá el temor. Pero en caliente yo comprendo todas las reacciones. Bueno, todas no. A quien argumenta que sus pisos se pueden devaluar por nuestra presencia, a ésos no les entiendo.

-¿Cómo fue el 2009 para el Albergue?

-El número de usuarios nos ha aumentado muy poco, sólo un 5% con respecto a 2008. Es un porcentaje de aumento normal en los últimos años, donde la tendencia siempre ha sido creciente. Porque la exclusión ha ido aumentando poquito a poquito todos los años. En 2002 tuvimos 588 usuarios diferentes, y en el 2009 fueron 971 personas. Todo esto me gustaría explicarlo. La gente cuando llega a una situación de crisis recurre a Servicios Sociales, a Cáritas, a las parroquias, a las familias, a lo que sea. Son esos recursos los que ahora están desbordados. Sólo cuando todo eso falla es cuando se quedan en la calle y tienen que recurrir a un Albergue. Por eso, de seguir la crisis, creemos que a nosotros el problema nos llegará más adelante. Nuestra gente ya estaba en crisis antes de este año.

-¿Y lo han notado en los servicios de comidas y cenas?

-El comedor social de Gijón es la Cocina Económica. Nosotros sólo damos desayuno, comida y cena a los albergados. También ha crecido algo más, pero no es significativo.

-¿Hay alguna situación, algún perfil de usuario, que les preocupe más que otras?

-Hay un grupo en concreto que va a parar al Albergue, pese a que creemos que el nuestro no es el recurso adecuado para ellos. Son las personas que nos llegan porque son dadas de alta en el hospital, tienen algún tipo de necesidad de cuidado sanitario o ya no se vale por sí misma, y ya no les quieren en la pensión o el sitio donde vivían. El Albergue no es el sitio idóneo ni puede prestar atención sanitaria porque no tenemos recursos de personal. Eso correspondería más a un centro de cuidados intermedios sanitarios, pero no existe.

-¿Y perspectiva de que exista?

-No hay mucha receptividad por parte de los servicios sanitarios. El Sespa no parece que tenga ni disponibilidad financiera ni el objetivo de hacerse cargo de la atención a estas personas. Y para nosotros son un problema, porque no les podemos dar esos cuidados.

-¿El Albergue necesita algo de la ciudad de Gijón?

-El Albergue es una entidad muy querida, muy apreciada en Gijón. Pero habría que dar el paso de valorar no sólo a la entidad, a las monjitas o al patronato, sino a las personas con las que la entidad trabaja. Querríamos que existiera una aceptación de que las personas sin hogar no están ahí porque quieren, sino fruto de una situación personal no deseada. A la gente que está en el Albergue hay que ayudarla a salir de la exclusión entre todos. Y no podemos estar haciendo un esfuerzo nosotros, los que trabamos con ellos, si luego leen en los periódicos o en las paredes: «No os queremos aquí». Para integrar a alguien en la sociedad hace falta que la gente sea receptiva.

-El piso tutelado o el taller de velas son sus mejores iniciativas hacia la integración. ¿Cómo van los dos proyectos?

-Muy bien. El piso es un proyecto muy interesante porque un Albergue sólo es una solución de emergencia cuando no hay otro recurso. El piso, sin embargo, permite un tipo de vida con mayor posibilidad de socialización, es una casa que ellos gestionan con un educador y es un paso hacia la normalización muy importante. Paso que ya ha dado algún usuario. En cuanto al taller de velas, es una gozada. Para alguien que vive en la calle, que ha llevado cantidad de tortazos, ver que hace algo útil, bonito y valorado por los demás le hace recuperar sensaciones que hace mucho que no tenía. Y, si encima se vende, es una satisfacción más; se vuelven a sentir útiles y que hacen algo de provecho.


-¿Cuándo y dónde ha sido más feliz?

-Tengo recuerdos muy bonitos de mi adolescencia en el Club Vanguardia.

-¿Mar o montaña?

-Montaña, por supuesto.

-¿Hobbies?

-El deporte. Ando bastante en bicicleta, voy de monte y me gusta dar raquetazos... porque decir que juego al tenis me parece una presunción.

-¿A cambio de qué lo dejaría todo?

-Yo, en el sentido literal, lo dejo todo por el SAMU (Servicio de Atención Médica Urgente). Como todos los médicos de Primaria, si me llaman del 112 para una urgencia, lo dejo todo.

-¿Que reforma de la sociedad considera más urgente?

-Considero urgente que en este país se valore más lo público como un bien de todos. Eso va desde una farola a la sanidad. Ojalá existiera más la cultura del respeto a lo público, y no la del abuso de lo público. Y eso es algo que se educa.

Álvaro Díaz Álvarez nació en Gijón, a pocos metros de la playa de San Lorenzo. Médico de profesión, trabaja en el centro de salud de El Natahoyo. Tomó contacto -muy breve, dice- con el Albergue Covadonga cuando formaba parte del Club Vanguardia, y tras un tiempo dedicado a otros menesteres la hermana Covadonga Donate le repescó para convertirlo, directamente, en presidente del Patronato de la Fundación Albergue Covadonga. Era el año 1999 y aún sigue en el puesto.

http://www.lne.es/gijon/2010/02/22/personas-hogar-son-violentas-resto-sociedad/876548.html

Riopedre miente sobre la concertada»

«Vamos a por todas con la huelga del miércoles y seguiremos con medidas de presión hasta que el consejero se siente a negociar» Juan Luis Barrera Secretario de acción sindical de Otecas
Luis Barrera Lada (Mieres, 1959), trabajador de la enseñanza concertada desde hace 27 años y hoy liberado como secretario de acción sindical de Otecas, es una de las caras más visibles del conflicto abierto entre la Consejería de Educación y la enseñanza concertada. El portavoz del sindicato mayoritario en los centros educativos privados subvencionados con fondos públicos advierte al consejero, José Luis Iglesias Riopedre, de que, «si no se sienta a negociar, la cosa no se quedará en la huelga convocada para el miércoles», la segunda en menos de un mes.
-Riopedre les ha dicho ya que «no hay dinero». ¿Qué esperan conseguir con un nuevo paro?
-Somos conscientes del complicado momento presupuestario, pero apostamos por aquello que ahora mismo es prioritario para el sector: el aumento de las plantillas.
-Son 1.500 docentes. ¿En cuánto puede cifrarse ese incremento?
-A día de hoy, no estamos pidiendo equipararnos a la pública. El incremento se haría de manera progresiva y con un calendario de negociación. Pero, si se tratase de equiparar las plantillas, nosotros escolarizamos al 26% del alumnado con una dotación de profesorado del 14% del profesorado, por lo que el aumento debería ser de un 12%.
-Afirman que la distancia respecto a la pública es sangrante en Infantil y Primaria, pero que afecta a todos los ciclos. ¿Perjudica a la calidad de la enseñanza?
-No. Un ejemplo es el último informe PISA, del que tanto alardeó Riopedre y del que dijo que Asturias había obtenido similares resultados a Suecia. Pues bien: el 41,5% de los centros que pasaron las pruebas eran concertados, 22 de 53, lo que implica un porcentaje mayor del que nos correspondía.
-¿Cuál es entonces el problema?
-Que esa escasez de plantillas sí tiene repercusión en el esfuerzo que tienen que hacer los trabajadores, con jornadas semanales de hasta nueve horas más que en la pública.
-Y, además, que cobran unos 7.000 euros menos al año respecto a sus colegas de la red pública...
-Estamos a la cola de la inversión de todo el país, como acaba de publicar El COMERCIO, pero nuestra reivindicación prioritaria son los recursos humanos en los centros.
-Pues Riopedre asegura que su poder adquisitivo ha aumentado 18 puntos en los últimos años.
-Es verdad que eso es lo que dice el señor consejero y no sé si miente conscientemente, lo cual sería muy grave, pero miente. Riopedre baila las cifras en función de sus intereses. Cuando da ese dato está englobando también a los trabajadores de la pública. En alguna ocasión también nos reconoció en privado que las plantillas no se podían mantener así. El problema es que lo que dice luego no lo negocia.
-Y también sostiene que escolarizan a un porcentaje menor de inmigrantes y de alumnos con necesidades especiales.
-Está mintiendo. Con un 20% de las aulas, nosotros escolarizamos al 26% de los alumnos con necesidades especiales, más de lo que porcentualmente nos correspondería, y al 20% de las minorías étnicas.
-¿Por qué dos huelgas ahora si la situación viene de largo?
-El desencadenante fue la última propuesta de plantillas que se nos hizo y que estaba limitada a Infantil y Primaria. Es decir, que ni siquiera abarcaba todos los niveles educativos concertados.
-Educación sostiene que no la aceptaron en aquel momento y que «perdieron el tren».
-Lo que ocurrió fue que la propuesta se nos hizo a finales de julio y se nos emplazó a una reunión en septiembre que no llegó nunca. Ni en septiembre ni en diciembre. Y entonces fue cuando, de forma extraoficial, Riopedre nos dice que el presupuesto que había se esfumó. Se hizo una deriva presupuestaria sin que la negociación ni siquiera se produjese. Hablamos, por tanto, de una situación de total falta de respeto a los trabajadores. Cuesta encontrar un referente similar. La situación es insostenible.
-Y «perdieron en tren», insisto.
-No es que hayamos perdido el tren. Es que llevamos diez años en la estación esperando por el tren y nunca lo vimos pasar.
-Explíquese.
-En los diez últimos años, desde el traspaso de las competencias, nunca se ha presentado un buen momento presupuestario para la enseñanza concertada.
-Menudo festejo de las transferencias que organizaron.
-Han sido diez años de incumplimientos por parte de la Administración educativa. Incumplimiento incluso de la resolución parlamentaria del 26 de junio de 2008 en la que se instaba al Consejo de Gobierno a impulsar las negociaciones de las condiciones laborales en la concertada y de principios recogidos en la Ley Orgánica de Educación, que habla de equidad, igualdad de oportunidades y no discriminación para todo el alumnado.
-Esta misma semana han celebrado una reunión.
-No se puede considerar que fuese de negociación. No tenemos, de hecho, una mesa de negociación efectiva. Fue un encuentro informativo en el que se nos reunió para decirnos que la negociación no era posible y ni siquiera estaban todas la partes de la mesa sectorial. Faltaba la patronal. Una muestra de esta total falta de negociación es que, desde que comenzó el curso, no hubo ni una sola reunión.
-¿Qué opinan ellos de todo esto?
-Echamos de menos un posicionamiento por parte de la patronal porque buena parte de los asuntos que los sindicatos reclamamos trascienden los derechos laborales de los trabajadores y afectan a la vida en los centros. No, no me importaría que salieran en nuestro apoyo.
-¿Cuentan, al menos, con su apoyo implícito?
-Más que un apoyo implícito, digamos que no hay una oposición a las movilizaciones.
-Un comentario de un lector: «El dinero público debería destinarse a pagar la educación pública, no la privada». Defiéndase.
-La concertada forma parte de un modelo educativo que se recoge en la LOE. Es una enseñanza de pleno derecho y no subsidiaria de la pública. Si no fuese así, significaría que habría que cambiar las leyes y el diseño educativo. Aquel que opta por la enseñanza concertada también es contribuyente y además opta por ella en un marco legal que le da esa opción. Tenemos que tener las mismas obligaciones, pero también los mismos recursos porque, de lo contrario, hay muchas familias asturianas discriminadas.
-¿Qué cree que pasará después del miércoles?
-Vamos a ir a por todas con la huelga y la manifestación por el centro de Oviedo. Pondremos toda la carne en el asador para superar el seguimiento de la anterior, superior al 80%, y seguiremos con medidas de presión hasta que el consejero se siente a negociar.

http://www.elcomerciodigital.com/prensa/20100222/asturias/riopedre-miente-sobre-concertada-20100222.html

Servicios Sociales busca «una solución» para atender a los indigentes que enferman

¿Qué ocurre cuando una persona sin hogar necesita ser hospitalizada? Si bien la asistencia médica, universal en España, es inmediata, los problemas llegan después de que el paciente recibe el alta hospitalaria. Porque, la vida en la calle o, en el mejor de los casos, en la habitación de uno de los dos albergues de la ciudad -Covadonga y Cocina Económica- es incompatible con los cuidados que requiere un postoperatorio o con la medicación imprescindible tras haber superado un pico de una dolencia.
En Gijón, como en el resto de Asturias, no existe un dispositivo, ya sea público o privado, que ofrezca un servicio de atención al indigente que sufre una enfermedad puntual, por lo que la Fundación Municipal de Servicios Sociales y las diferentes ONGs sobre las que recae la atención a la personas sin recursos buscan una fórmula que salve ese déficit.
Así lo aseguró a EL COMERCIO la presidenta del ente municipal, la concejala Esperanza Fernández, quien señaló que «estamos buscando una solución a este problema que no podemos eludir, aunque hay que dejar claro que supera las competencias del Ayuntamiento». Recuerda la edil que «se trata de lograr la siempre citada asistencia sociosanitaria, que si bien la parte social está garantizada, con la sanitaria tenemos más problemas».
Con ella coinciden los responsables de los principales centros de atención directa a las personas sin hogar. Tanto Álvaro Díaz, presidente del Patronato Albergue Covadonga -que cuenta con 50 plazas y por el que pasaron 971 personas en 2009-, como sor Marisela, directora de la Cocina Económica -que ofrece albergue para 28 hombres, piso tutelado, comedor social y talleres-, entienden que «la atención sanitaria a las personas sin recursos tiene muchas lagunas y a nosotros nos es difícil responder».
Piso de acogida
Aunque reconocen que Esperanza Fernández tienen razón cuando explica que, «después de una intervención quirúrgica, por ejemplo, el paciente recibe el alta, pero si éste se va a la calle, allí no se aplicará los cuidados que necesita», desde los albergues indican que «ese control de la medicación nos resulta muy difícil, porque primero tienen que querer ellos medicarse y, segundo, aquí están por un tiempo determinado».
De hecho, en la Cocina Económica ese control médico lo realizan «a través del comedor, ya que procuramos, con los que son usuarios habituales, estar pendientes de su salud y, si sabemos que necesitan tomar medicinas, recordárselo a la hora de comer».
La opción que se baraja como la más adecuada es contar con un piso de acogida, como continuidad a la estancia hospitalaria, modalidad que convence al presidente del Albergue Covadonga «porque las viviendas tuteladas son el paso más firme para la reinserción social de las personas que están en riesgo de exclusión».
Este tipo de viviendas son, de hecho, la fórmula más utilizada por las ONGs, las ya citadas, además de Cáritas, Siloé, Nacai, Mar de Niebla, Albéniz, Adsis y las Adoratrices, que cuentan con hasta 15 pisos distribuidos por toda la ciudad, en los que se da cobijo a personas sin recursos, con problemas de toxicomanías, que sufren patologías de salud mental o ex reclusos. Y esa nueva oferta es la que ha aumentado el presupuesto que el Consistorio dedica a estas instituciones, «un presupuesto que no hemos congelado», asegura la concejala, y que roza el millón de euros anuales.

http://www.elcomerciodigital.com/v/20100222/gijon/servicios-sociales-busca-solucion-20100222.html