Entre 2002 y 2003 Gijón debatió y sacó adelante el plan de reforma del paseo
Peatonalizarlo por completo. Reducir el volumen del
tráfico. Instalar arbolado. Habilitar un carril bici. Soterrar la
circulación. Destinar a uso exclusivo de los peatones el tramo entre
Capua y Eladio Carreño. Todas estas propuestas se refieren al Muro. Y
todas están planteadas hace diez años. O más. Pero, diez años después,
no hay solución para ninguna. Diez años después, la ciudad sigue
debatiendo si hay que eliminar un carril de circulación para destinarlo a
las bicis o es mejor que los ciclistas convivan con los peatones en el
propio paseo. O, quizás, habría que eliminar la mediana. Diez años
después, Gijón tiene sin aplicar un plan especial que resultó de un
concurrido concurso de ideas, expuesto públicamente durante semanas,
debatido hasta la saciedad por políticos y vecinos y, finalmente,
aprobado por el Pleno municipal. Fue el 14 de febrero de 2003.
Los grupos municipales están a la espera de recibir el
plan de movilidad de Gijón, que entre otras cosas debe regular el
tráfico de vehículos, transporte público, bicis y peatones en el Muro.
Pero para entonces Gijón ya tenía un modelo consensuado. «El Muro
volverá a ser más que nunca de los peatones, para lo que se crearán
zonas arboladas, se mejorarán los acceso a a la playa, se reducirá el
tráfico de vehículos y se creará un carril bici que enlazará con el ya
existente en La Providencia, prolongándolo hasta conectar con el cerro
de Santa Catalina». Así describía el equipo de gobierno, en aquel
momento del PSOE, los objetivos del plan aprobado, que tenía dos pilares
fundamentales. El primero era la intervención en las fachadas, aún en
desarrollo. El segundo, la remodelación del paseo. Que ni siquiera se
llegó a poner en marcha.
Fue en el año 2000 cuando arrancó el debate. El
Ayuntamiento de Gijón convocó un concurso de ideas, al que se
presentaron once propuestas. El premio fue para 'Envolvente', de
Celestino García Braña. En segundo lugar, 'Reflejos y transparencias',
de Jorge y Ramón Palat y Ángel Mayor. Se encargó a ambos equipos que
elaboraran de forma conjunta el plan definitivo. Y en enero de 2002 se
suspendió la concesión e licencias para acometer obras en las fachadas
del paseo marítimo, a la espera de ese plan especial. Durante todo ese
ejercicio se fueron planteando numerosas propuestas, que fueron
debatidas dentro y fuera del Ayuntamiento. Fue entonces cuando Celestino
García Braña habló de la posibilidad de peatonalizar por completo el
paseo, y para ello proponía soterrar el tráfico desde el puente del
Piles hasta el Náutico o llevarlo bajo tierra hasta la plaza del
Humedal.
Sin consenso
La peatonalización completa quedó pronto descartada y se
optó por eliminar dos carriles de circulación (uno en cada sentido),
planteamiento más 'blando' de todos los que se habían realizado. Ahora,
diez años después, se plantea quitar uno para el carril bici y son
muchas las voces que critican los atascos que eso podría suponer. Se da
la circunstancia de que ya entonces, en el mismo marco del plan del
Muro, se debatía otro asunto que vuelve a estar de actualidad y sin
lograr un acuerdo unánime: la descatalogación de los tres edificios de
la calle de Jovellanos que tienen diferente alineación al resto de
inmuebles.
A finales de 2002 quedó claro que no habría consenso
político. El PP apoyaba básicamente el contenido del plan, pero no los
plazos que se daban y la financiación. Se había fijado una primera fase,
de ocho años de duración, para acometer la reforma del paseo, el plan
de fachadas y la construcción de un aparcamiento subterráneo. Con esas
bases, a finales de aquel ejercicio el plan pasaba su primer 'examen
público', tras la primera votación en Pleno se abría un mes de plazo
para la presentación de sugerencias por parte de los gijoneses. Tan sólo
se registró una queja.
Avanzaba el tiempo, pero el plan no lo hizo al mismo
ritmo. Había que recabar el visto bueno de la Consejería de Cultura, de
la Demarcación de Costas, de la CUOTA, volver al Pleno, abrir un segundo
periodo de información pública... Pese a todo, se confiaba que algunas
de las actuaciones, tanto de fachadas como del propio paseo, pudieran
comenzar a lo largo de 2003. Pronto se cumplirán diez años.
Y se llegó, así, a ese Pleno de febrero de 2003
mencionado al inicio. Aquella sesión en la que PSOE e IU, con los votos
en contra del Partido Popular, aprobaba el plan y se comprometía a
acometer en cuatro años todas las intervenciones sobre las fachadas y
dar algo más de tiempo, entre seis y ocho años, para el resto de
actuaciones (eliminación de carriles, carril bici, aparcamiento
subterráneo...) «El plan que ahora se pone en marcha tiene como gran
objetivo mejorar la imagen, reducir el impacto visual de los edificios y
dotar de neuva vida a una zona especialmente sensible de Gijón: su
fachada marítima». La 'Gaceta' del Ayuntamiento explicaba de esta forma,
pocos días después, el acuerdo alcanzado. Y se dejaba la puerta abierta
a una posible peatonalización completa, aunque «el documento aprobado
en el Pleno solo considera que es una parte de la obra sin plazos. Si
llegara a ejecutarse, el recorrido del túnel llegaría hasta El Humedal,
bajo las calles Jovellanos y Langreo». El Centro de Cultura Antiguo
Instituto acogió después una exposición sobre el plan, que fue visitada
por miles de personas.
«Dificultades»
Los problemas y paralizaciones no tardaron en llegar. A
lo largo de 2003 el equipo de gobierno comenzó a admitir las
«dificultades» existentes para llevar a cabo el plan. La iniciativa
había sido muy ambiciosa en lo que se refiere a la intervención de las
fachadas (al imponer el acristalamiento de numerosos inmuebles) y pronto
quedó claro que habría que hacer una revisión a la baja. Pero no solo
de esa 'pata' del plan. Porque mientras se intentaba solucionar de
alguna forma la parte estética nada se decía de la reforma del paseo.
En 2004 se empezaron a admitir retrasos. La primera
explicación fue por las obras del metrotrén. Afrontar los dos proyectos a
la vez era imposible. A partir de entonces, las fachadas ocuparon todo
el protagonismo. Y toda la inversión. Sí se ha construido un
aparcamiento subterráneo, aunque bajo la avenida de Castilla, mientras
en su momento se habló de la confluencia de Rufo García Rendueles con
Ezcurdia y Caridad. Por lo demás, nada se avanzó en el resto del
proyecto. Y así, hoy, diez años después, Gijón sigue debatiendo y
discutiendo sobre cómo organizar el tráfico en su fachada marítima.