Si la transformación digital es una oportunidad para
todas las organizaciones, para la administracion pública asturiana supondrá una
disrupción significativa.
La transformación digital del puesto de trabajo
favorece la aparición de diferentes escenarios tecnológicos y nuevas formas
de hacer las cosas, y para la administración pública supone también la indudable oportunidad de implantar un nuevo modelo cultural, en el que se consoliden valores tan importantes como la agilidad y la transparencia, y que esta nueva imagen sea, además, percibida
y valorada por la sociedad a través, no solo de un
nuevo modelo de atención al ciudadano,
sino de una nueva conceptualización de las oficinas y espacios
físicos y, por ende, de una nueva cultura corporativa.
Además de su
puesta al día para avanzar en paralelo a la sociedad a la que se debe y más allá del
debate sobre su tamaño, al hablar de la transformación de la Administración
asturiana es preciso centrarse en su función, su eficiencia
para responder a las respuestas de los ciudadanos o su papel como
garante de libertades e igualdad de oportunidades.
FIJACIÓN DE POSICIÓN
Una Administración fuerte no
debería ser una Administración sobredimensionada o intrusiva sino firme
en la defensa del bien común, independiente frente a grupos de interés
espurios y dinámica para impulsar el desarrollo de sus territorios.
Todo ello es posible y necesario para afrontar los retos del nuevo siglo; y todo ello es
compatible con dejar atrás modelos obsoletos que ya no tienen sentido.