Florentino Felgueroso, Luis Garicano y Sergi Jiménez - 27/01/2011
El informe PISA 2009 nos sigue dando material para discutir sobre los gravísimos problemas de nuestro sistema educativo. Como ilustrábamos en una entrada anterior, el abandono escolar es alarmante en nuestro país, y el problema de la repetición de curso es una parte integral de este problema, crucial, a su vez, para evolucionar hacia un modelo productivo basado en el capital humano.
Con los datos facilitados por el Ministerio de Educación, ya sabíamos que las tasas de idoneidad no cesaron de caer en la última década. En el curso 2008-2009, sólo un 58,7% de los alumnos de 15 años estaba matriculado en el curso que le correspondía a su edad, es decir, nunca había repetido curso. Una década antes, en el curso 1998-1999, esta tasa era del 64,6%, y es en el período de la ESO, de los 12 a los 15 años, durante el cual experimentó su mayor caída.
1. España tiene la proporción de repetidores más alta de la UE
Los datos de PISA nos permiten poner estos resultados en una perspectiva internacional y, de una vez por todas, dar la alarma: el problema de los repetidores en la enseñanza secundaria obligatoria es muy nuestro y, de nuevo, no podemos argumentar sólo efectos derivados de una llegada masiva de inmigrantes. El problema se reproduce en todos los segmentos. Sólo puede haber un culpable: nuestro sistema educativo, y no tomar las riendas para reformarlo definitivamente debería ser considerado un pecado capital.
La presencia masiva de repetidores destruye el ambiente de estudio necesario para que los buenos alumnos aprendan. Y este es otro dato más, también asombroso, del último informe de PISA 2009: España tiene una de las mayores tasas de disrupción del aprendizaje por las interrupciones de los alumnos
En el Gráfico 1 se muestra el porcentaje de alumnos repetidores que pasaron el último test de PISA (15-16 años). Se puede observar que, entre los 61 países para los que se dispone de esta información en la muestra, somos los terceros con mayor proporción de repetidores, prácticamente empatados con Túnez y Macao. Con un 32%, estamos ni más ni menos que a 23 puntos de la media de PISA, a 21,5 de la UE. Somos los primeros entre las mujeres, los terceros entre los varones. Por poner otros ejemplos extremos, Dinamarca, Finlandia o Reino Unido, no llegan ni al 1%.
El problema se sitúa especialmente en la Secundaria. En Primaria, Francia, Portugal y Bélgica, por ejemplo, nos superan ampliamente, y estamos muy cerquita de EEUU. Es pues, un problema que se concentra en nuestra ESO. Esto nos ayuda a rechazar la hipótesis de que haya un problema intrínseco con los niños españoles o sus padres o los profesores y apunta a que el culpable es el sistema, la propia ESO.
2. No se debe a inmigración o nivel educativo de los padres
Como decíamos, tampoco aquí (como en los temas de productividad, de desempleo, de temporalidad, etc. que hemos tratado) es suficiente la explicación de posibles efectos composición. Podemos mirar a las diferencias por nacionalidad, por nivel educativo de los padres o por tipo de colegio, en todas ellas estamos en el top de los rankings de repetidores en la Enseñanza Segundaria Obligatoria. Como se puede ver en el Gráfico 2:
Entre nuestros estudiantes nativos, seguimos también en lo más alto del ranking, a más de 20 puntos de la media de la muestra, y ya claro, entre nuestros inmigrantes saltamos a 32 puntos entre los de segunda generación y 44 puntos entre los de primera generación.
Como en todas partes, la probabilidad de repetir disminuye con el nivel educativo de los padres. Batimos todos los records cuando al menos uno de ellos no es universitario, pero incluso en este caso, los porcentajes siguen siendo tremendos: el 15% de repetidores, 3,3 veces la media de la muestra.
Y de, nuevo, no sólo es en la Escuela Pública (38% de repetidores, 30 pp por encima de la muestra), seguimos estando por encima tanto para la concertada como para la privada (13 y 8,5 pp. de diferencia, respectivamente).
3. Con tantos repetidores, ni los buenos alumnos, pueden aprender
Según la LOE, los estudiantes de ESO pueden repetir dos veces como máximo y una sola una vez cada curso, excepto en 4º de ESO, que se puede cursar hasta tres veces si no se ha repetido en cursos anteriores. No pueden promocionar los alumnos que obtienen una evaluación negativa en tres o más asignaturas, aunque de forma excepcional, el equipo docente puede autorizar que un estudiante pase de curso con tres suspensos si considera que estos no le impedirán seguir con éxito los estudios posteriores.
El problema de este sistema es que los malos estudiantes no tienen incentivos para estudiar en el año en el que todos pasan (1º y 3º), más allá de pensar en lo que pasará en 4º (probablemente lejos en su imaginación), y tampoco tienen incentivos para estudiar en el segundo año que repiten. Además, nos tememos que el sistema tampoco sabe como encauzar a los estudiantes, dejándolos como carne de repetición (se sustituye el refuerzo por la repetición). Creemos que este artículo, escrito hace más de un lustro por un profesor de literatura y cuya lectura os recomendamos encarecidamente, resume bien una situación que nos deja anonadados. Hace referencia a la LOGSE, pero no pensamos que la LOE y, en especial, la normativa sobre repetición de cursos haya alterado lo suficiente el núcleo del problema.
Este mal sistema tiene nefastas consecuencias para los malos estudiantes y para los buenos:
a) Para los malos estudiantes: es probable que, al llegar a 4º de ESO, la acumulación de retraso sea tan grande que no puedan conseguir el certificado ESO, con lo que no pueden ni siquiera cursar los ciclos de FP, descolgándose, en consecuencia, del sistema educativo. Esto contrasta profundamente con la situación anterior, en la que si no se aprobaba la EGB se podía hacer FP-I, que a principios de la década de los 90 tenía casi medio millón de alumnos, por menos de 75.000 en el curso pasado en los Programas de Iniciación Profesional.
b) Para los buenos estudiantes: la presencia masiva de repetidores destruye el ambiente de estudio necesario para que aprendan. Y este es otro dato más, también asombroso, del último informe de PISA 2009: España tiene una de las mayores tasas de disrupción del aprendizaje por las interrupciones de los alumnos. El Gráfico 3 muestra la proporción de alumnos que se encuentran en colegios públicos en los que los propios profesores consideran que el aprendizaje se ve muy afectado por las interrupciones en clase. Aunque en el mismo no aparecen todos los países (y hay algunos casos aún más extremos que el español), observamos que la incidencia de las interrupciones en España supera las de cualquier país de la UE27: ¡sencillamente intolerable!