Oviedo, Eduardo GARCÍA
En el año 2000 Asturias recibió las transferencias educativas. La Administración asturiana celebró recientemente el décimo aniversario cantando estadísticas que sitúan el sistema educativo del Principado entre los mejores de España. Aquel mismo día, el pasado 4 de febrero, frente al auditorio Príncipe Felipe, en Oviedo, los sindicatos de la enseñanza pública y la concertada coincidían en una sonora protesta en la calle. Buenas notas, pero mal ambiente.
Cuando el Ministerio de Educación transfirió las competencias, el titular del Departamento era Mariano Rajoy, y el consejero asturiano Javier Fernández Vallina. En la trastienda de las negociaciones de traspaso estaba el director regional, José Luis Iglesias Riopedre, quien anteayer dimitió como consejero. Riopedre, amigo cercano al presidente Areces, llevaba manejando los hilos educativos asturianos desde que el hoy presidente regional fue nombrado director provincial de Educación, en febrero de 1983. Pocos meses más tarde Areces lo ficha como responsable de Programas Educativos. Casi veintisiete años, media vida como quien dice.
Hace diez años Asturias tenía 176.000 alumnos no universitarios, unos cincuenta mil más que ahora. En una década, el presupuesto en educación pasó de 366 millones de euros (al cambio) a 886 millones. La realidad es ciertamente distinta, pero la mayor diferencia no está en el dinero. Iglesias Riopedre llegó a la Consejería de Educación en 2003 e inicia la consolidación del sistema a partir de acuerdos puntuales con los sindicatos. Firmó un buen número de ellos, que afectaban al día a día de la docencia. Hizo fortuna mediática nacional aquel que decretaba la exención de itinerancia a las profesoras embarazadas.
El sindicato ANPE recalca esa vertiente en la gestión del ahora dimitido consejero: «con nuestro sindicato firmó una decena de acuerdos». FETE-UGT, por su parte, recuerda que «Iglesias Riopedre no fue un consejero más. Durante su etapa Asturias se ha situado en los primeros puestos del sistema educativo español».
Aquel consejero aunaba experiencia de gestión y vocación docente. Fueron cuatro años de más luces que sombras, en los que la inversión asturiana por alumno se situó al frente del ranking de comunidades, junto a las forales del País Vasco y Navarra. Se mantiene ese puesto de privilegio acercándose ya a los 7.000 euros por estudiante y curso.
Al final de su primer mandato se conocieron los datos del informe PISA, ese «examen» planetario que evalúa a los alumnos de 15 años de los países de la OCDE. Conviene recordarlos: en Ciencias, Asturias lograba 508 puntos, veinte más que la media nacional; en Matemáticas la diferencia era de 17 puntos, y en Comprensión Lectora, de 16. Unos docentes preparados y altamente cualificados, algo reconocido por Riopedre al margen de polémicas, tenía mucho que ver en unas «notas» que no daban para echar las campanas al vuelo pero que permitían pensar que se estaban haciendo las cosas moderadamente bien.
Riopedre sobrevivió a la LODE (1984), a la LOGSE (1990) y LOE (1996), las tres leyes educativas del moderno sistema español. Cuando llegaron las elecciones regionales de 2007 y Areces volvió a ganar, no sin apuros, se especuló con que Riopedre no repetiría. Al final lo convencieron y, sin él saberlo, se iba a enfrentar a cuatro años duros, en ocasiones críticos, que hicieron mella.
El sindicato Suatea calificaba esta segunda etapa al frente de la Consejería de Educación como «de escasas luces y muchas sombras, algunas de ellas creadoras de peligrosos precedentes. Riopedre ha dejado sobre la mesa un buen número de problemas pendientes, algunos muy graves».
Educación comenzó a perder competencias. Es una de las críticas de los sindicatos, tan recurrente como cierta. En materia de personal el peso que perdió el departamento de Riopedre lo ganó la Consejería de Administraciones Públicas. Riopedre vio reducidos sus márgenes de maniobra y negociación, pero no se apartó ni un milímetro de la senda impuesta por el Ejecutivo regional. «Riopedre ha sido una víctima más de las decisiones de ese Gobierno. La gestión de personal le ha dado muchos disgustos» a juicio del sindicato Anpe, uno de los dos, junto a la UGT, que firmaron a finales de 2009 el acuerdo de la evaluación del profesorado y sus incentivos.
Ese año, el 2009, será recordado por el ya ex consejero como una sucesión de pesadillas: dos jornadas de huelga en la enseñanza pública, otra en la enseñanza concertada, movilizaciones en la calle, en algunos casos significativamente numerosas, y un rosario de conflictos judiciales de los que en su mayor parte la Administración salía trasquilada. «Educación es una máquina de perder pleitos», en palabras de un representante de la Junta de Personal Docente. Algunas de las batallas judiciales planteadas desde las instancias públicas regionales en materia de educación no contaron precisamente con el visto bueno de un consejero disciplinado al máximo. Quizás excesivamente disciplinado. «Asumo que hemos cometido errores», reconocía Riopedre a LA NUEVA ESPAÑA en febrero. «La Justicia suele fallar en contra de la Administración, tenemos que ser más rigurosos».
El fiasco de la carrera profesional y su parón en seco en los tribunales le supuso un varapalo político, paliado en parte por la satisfacción de los resultados de la Evaluación de Diagnóstico realizada por el Ministerio de Educación en colegios de toda España: Asturias es la comunidad líder en Lengua, la tercera en Matemáticas, Conocimiento del Medio, y Competencia Social y, en global, la segunda comunidad con mejores resultados en esa prueba a escolares de nueve años.
http://www.lne.es/asturias/2010/08/06/riopedre-buena-nota-conflicto/951765.html