Esta interpelación surge de una triple necesidad.
La primera es aportar al debate político el conocimiento actual sobre
la naturaleza, frecuencia e impacto de los problemas psicológicos en la
infancia porque lo que sucede en la infancia es la antesala de lo que surge en
la edad adulta, y es en la edad adulta cuando se reconoce sin paliativos el
peso de las enfermedades y los problemas mentales.
La segunda
necesidad es poner sobre la mesa las aportaciones de todos los actores
relevantes para la salud mental infanto-juvenil. Para hacer realidad una propuesta
intersectorial, desde la educación, la sanidad y los servicios sociales, que
proporcione una respuesta integral a las necesidades de niños y adolescentes.
La tercera necesidad es la de reivindicar una mayor
atención hacia las enormes carencias humanas y materiales en este ámbito,
poniendo el foco en la discrepancia entre las declaraciones institucionales y
las realidades de la vida diaria.