El plan ferroviario y la nueva terminal de graneles sólidos del puerto de
El Musel descansan sobre inversiones privadas y créditos bancariosJ. M. CEINOS
A poco menos de ocho meses vista de las próximas elecciones municipales, que se celebrarán el domingo 29 de mayo de 2011, las principales obras que deben ejecutarse en la ciudad, y previstas en los buenos viejos tiempos de la economía española, dependen ahora más que nunca de los recursos económicos de la iniciativa privada y de préstamos bancarios.
Para empezar, el plan ferroviario de Gijón queda completamente al albur de lo que desde el Ministerio de Fomento que dirige José Blanco se denomina «financiación público-privada». O lo que es lo mismo: que empresas privadas ejecuten la parte que falta para llevar el túnel ferroviario hasta el hospital de Cabueñes, realicen todas las infraestructuras internas para que puedan circular los trenes y pongan en servicio las cuatro estaciones subterráneas previstas (entre ellas la intermodal de la Puerta de la Villa), a cambio de una especie de «peaje en la sombra» que cobrarían al Estado por la utilización de la infraestructura ferroviaria.
La otra parte del plan ferroviario, que es la construcción de una estación central intermodal donde ahora se levanta la de Jovellanos, al lado del barrio de Moreda, y suprimir la estación de El Humedal y toda la playa de vías de Renfe y Feve hasta la nueva central ferroviaria, también descansa sobre la iniciativa privada, en concreto del sector de la construcción y, en su defecto, de préstamos bancarios, no de dinero público.
El 20 de enero de 2009, en el salón de recepciones del Ayuntamiento, Víctor Morlán Gracia, secretario de Estado de Planificación y Relaciones Institucionales del Ministerio de Fomento, ante el derrumbe del sector inmobiliario, aseguró que su departamento garantizaría con sus fondos y avalando préstamos la culminación de todas las obras.
Toda la operación para eliminar la barrera ferroviaria y la propia construcción de la estación central para trenes y autobuses descansa, precisamente, en la venta a promotores privados, para su desarrollo residencial, de los terrenos que Renfe y Feve ceden a la sociedad Gijón al Norte (creada a tal fin) y con las plusvalías obtenidas pagar las obras, aunque una pequeña parte, correspondiente a la estación central, está comprometida por el Principado.
Paz Fernández Felgueroso, en la recta final de su tercer y último mandato como alcaldesa de Gijón, confía en la capacidad de endeudamiento de Gijón al Norte para que las obras de la estación central intermodal puedan comenzar el año que viene, una vez que entre en servicio la estación provisional que se está ultimando en la zona de La Bohemia. «Hay capacidad de endeudamiento de Gijón al Norte», aseguró Fernández Felgueroso el pasado sábado.
El 20 de enero de 2009, en una nota oficial, Gijón al Norte adelantó que tras la firma de un crédito de 36 millones de euros para pagar la estación provisional y nuevas infraestructuras ferroviarias en La Calzada y Tremañes, «vamos a seguir negociando para ampliar el crédito hasta 130 millones de euros para cubrir toda la financiación conjunta de la operación».
Por lo que respecta a la ampliación del puerto exterior de El Musel, hay que recordar que el proyecto se pensó y ejecutó con un propósito fundamental: la construcción de una nueva terminal de graneles sólidos (mineral de hierro y carbón) capaz de dar salida a los tráficos en aumento que preveía en su plan director la Autoridad Portuaria: 24,7 millones de toneladas en el año 2004 (fueron 20 millones), 27 millones en 2006 (fueron 20,4 millones), 31,4 millones en 2010 (El Musel cerró 2009 con 14,5 millones de toneladas movidas en sus instalaciones) y, por fin, en 2020, un total de 36,7 millones de toneladas. El previsible aumento de los tráficos se basó en hipótesis redactadas «con base en entrevistas de campo y estudios de mercado».
Una vez descartado el puerto exterior como «polo energético», con la huida de las inversiones para radicar en El Musel dos plantas de biocombustible, el descarte del plan para levantar allí un parque de aerogeneradores y las dudas de las empresas eléctricas sobre la necesidad de nuevas plantas de ciclo combinado, lo que pone en un brete la planta de regasificación de gas natural, aún en cimientos, la clave de todo el entramado descansa en Ebhisa, la empresa que gestiona la actual terminal de graneles sólidos.
El 16 de abril de 1991 la sociedad European Bulk Handling Installation, S. A. (Ebhisa) comenzó a explotar comercialmente la terminal de graneles sólidos de El Musel, pero ya el año siguiente la crisis de la entonces siderúrgica estatal Ensidesa frenó los planes para ampliar de dos a tres las grúas-pórtico de la terminal granelera. Superada la crisis se instaló el tercer pórtico.
Ahora, con la nueva crisis, el consejo de administración de la Autoridad Portuaria se vio obligado el pasado junio a ampliar a Ebhisa la concesión ante la falta de postores para hacerse cargo de la nueva terminal granelera. De nuevo, la culminación de la obra portuaria pende del capital privado, en este caso de accionistas de Ebhisa como Arcelor-Mittal o Hidrocantábrico.
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