El desgobierno en la Consejería de Educación y Ciencia nos ha dejado como resultado una década de estancamiento y mediocridad escolar
29.12.2010 -
ARMANDO F. BARTOLOMÉ
COORDINADOR LOCAL DE UPYD DE GIJÓN
Con las asunción de competencias, la Consejería de Educación se encontró con un mapa educativo consolidado y un elevado volumen de recursos materiales y humanos. Y si bien es cierto que durante esta década se impulsaron programas, se aumentó la financiación y se bajaron las ratios profesor/alumno, sin embargo se optó por «ir tirando» y no se afrontaron los dos grandes problemas que aquejaban a la educación asturiana desde finales de los 90: por un lado, la ausencia de un modelo social y económico para Asturias (que marcara objetivos al sistema) y, por otro, la necesidad de una gestión moderna y profesionalizada acorde con la cambiante y exigente realidad social en la que está inmerso el sistema educativo. Esta ausencia de política educativa ha tenido importantes consecuencias:
-Inexistencia de un plan educativo a largo plazo que nos impide salir un círculo vicioso: las deficiencias educativas son el primer obstáculo para la necesaria transformación del modelo económico asturiano, pero flaquea la motivación de los alumnos para estudiar porque el sistema productivo asturiano no recompensa a los mejor preparados (mejor dedicarse al carbón que al ratón). Esto trae como resultado, por un lado, la carencia de excelencia y de emprendedores (sociales y económicos) y,por otro, la emigración de los jóvenes mas cualificados.
-Mantenimiento de un sistema educativo caduco, inspirado en la Logse, que ya antes del traspaso de competencias (1999) mostraba signos de fracaso y que, tras una larga agonía, ahora se presenta como insostenible. La tozuda insistencia en mantener lo que no funciona, especialmente en el ámbito de la exigencia, la disciplina y la organización escolar, ha sido profundamente desmoralizadora para toda la comunidad educativa.
-Incapacidad para llegar a un gran pacto político basado en un diagnóstico riguroso del sistema educativo y, especialmente, de los resultados de una triple red de centros que lleva dos décadas sin ser evaluada en el Parlamento y ante la opinión pública asturiana. Evaluación política que, a día de hoy, debe partir en nuestra opinión de varios hechos incontestables: los resultados escolares asturianos en Primaria y Secundaria son equitativos, pero mediocres, y especialmente deficitarios en búsqueda de la excelencia y potenciación del talento. Asimismo, las diferencias de rendimiento dentro de un mismo centro son más notables que las que se dan entre unos centros y otros, lo que significa que es mucho lo que se puede hacer dentro de cada centro educativo (gestión y organización escolar) para mejorar sus resultados. También hay que destacar que los resultados obtenidos por los alumnos de los colegios privados asturianos son sensiblemente superiores a las notas que obtienen los estudiantes matriculados en centros públicos y concertados, siendo los peores resultados para la pública. También son hechos incuestionables que la homogeneidad del alumnado ayuda en los resultados escolares, que la enseñanza pública escolariza a muchos más alumnos de otras nacionalidades y que las condiciones de la población que escolariza la red pública pueden considerarse escolarmente desfavorables en relación a las otras dos redes .
-Progresivo desmantelamiento de la FP reglada a favor de la formación ocupacional en manos de los llamados agentes sociales, constatándose un déficit y una obsolescencia de la oferta, una inadecuación con las necesidades del mercado y una rebaja educativa. Además, la calidad de las titulaciones universitarias ha disminuido. La Universidad, en muchos casos, se ha convertido en un instituto donde se compensan las deficiencias de la ESO y el Bachillerato o en un sucedáneo de la FP.
-Una política de personal que se ha caracterizada por la falta de evaluación y revisión del mapa derivado de la doble red de centros y por la ausencia de prospectiva demográfica, teniendo como resultado una rígida y desequilibrada planificación de plantillas. Al mismo tiempo se han mantenido elevadas tasas de interinidad, muy negativa para el trabajo educativo, y un sistema de oposiciones injusto que prima la mediocridad y donde el opositor libre únicamente puede aspirar a entrar en una bolsa de trabajo para interinos. Por otra parte, ha habido una ausencia total de incentivos para una verdadera carrera profesional basada en el mérito y la competencia, además de mantenerse un sistema de formación permanente del profesorado que ya hace años que está agotado en fondo y forma. Es reseñable también la presencia en la Consejería de Educación de cargos discrecionales y asesores que, en muchos casos, han exhibido como única credencial una docilidad al poder cuando no claramente su afiliación política o sindical.
-Creciente judicialización de los conflictos docentes, caracterizada por sonoros batacazos de la Consejería, con el consiguiente costo para el contribuyente, y que tiene en el asunto de la carrera profesional y la evaluación docente su máxima expresión. También destacar el ninguneo de los sindicatos independientes, llegando a estar parada la mesa sectorial durante tres años.
En fin, el desgobierno en la Consejería de Educación nos ha dejado como resultado una década de estancamiento y mediocridad escolar que tiene como consecuencias más dolorosas un gran descontento de todos los trabajadores, tanto de la pública como de la concertada, y el abandono progresivo de las clases medias del sistema educativo público, lo cual nos está llevando irremediablemente a un modelo dual que tiende a reproducir las desigualdades que el propio sistema justamente debería contribuir a superar. Esta es la principal conclusión del documento elaborado por la Consejería de Educación ('Evaluación de diagnóstico 2009') y que nos deja otra que será nuestra guía para propuestas de política educativa en estos tiempos de crisis económica y agitación electoral: «Los centros escolares con mejores resultados cumplen cuatro requisitos: la comunidad educativa se identifica con el centro y tiene un sentimiento de pertenencia, las expectativas académicas del alumnado y de sus familias son altas, tienen una oferta educativa de calidad y mantienen una provechosa relación con las familias». Aquí y en Finlandia.
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