Malos tiempos para la lírica. En momentos de vacas flacas la cultura se resiente y la ópera de Oviedo lo sabe bien. Volverá en el 2011 que está por llegar a perder dinero público a tres bandas -Principado, Ayuntamiento y Ministerio de Cultura- y, si bien no renunciará al quinto título, sí lo hará a ponerle escenografía a una de las óperas de la próxima temporada. Jaime Martínez reivindica que el bel canto tiene un lado mucho más prosaico que el divertimento, es una empresa que crea empleo en Asturias.
-En una situación de crisis, ¿cómo justifica que las subvenciones a la ópera son fundamentales?
-La Fundación Ópera de Oviedo es una empresa que genera un producto interior bruto, nosotros generamos 5,7 millones de euros, con un presupuesto de 3,8. Por tanto, cada euro de subvención genera 3,5 euros. Somos una empresa productiva, no solo gente se divierta yendo a una actividad cultural. Además, generamos 263 empleos durante los cinco o seis meses de la temporada más la gente que trabaja en la fundación. Con los impuestos, el 50% de lo que se nos concede con la subvención se revierte al Estado. Y todo esto se hace en Asturias, se recauda en Asturias, no se contratan empresas de fuera. Además esta industria cultural produce cosas que se exportan.
-¿Por ejemplo?
-Una producción hecha absolutamente en Asturias se va a poner seis veces en Washington cantanda por Plácido Domingo. Es la 'Lucia de Lammemoor' de la Ópera de Oviedo. Me gustaría dejar muy claro que no es cierto que la ópera sea algo elitista, inalcanzable para la gente en general. La entrada más cara para la ópera cuesta 140 euros, y la de un Sporting-Barcelona, 150 euros.
-Dice que la ópera no es elitista, pero lo cierto es que no es un lugar que frecuenten los vecinos de un barrio como Ventanielles, por poner un ejemplo.
-Si les gusta, naturalmente que pueden ir. No existe elitismo si hay accesibilidad. Ir a la ópera o no es una cuestión de elección no de elitismo.
-Pero usted sabe que un señor de un barrio humilde al que le van a quitar la ayuda de 400 euros probablemente le diría que la ópera no es tan importante, que por qué no se plantean subir las entradas.
-No. Hay mucha gente que hace un esfuerzo enorme para poder ir a la ópera y esto me consta. Entendemos que subir las entradas sería apretar todavía más al sector digamos privado. Sería contraproducente cortar la posibilidad de acceder a la ópera a muchas personas.
-Cada vez hay más ópera en Asturias. Ahora se programa también en Laboral.
-Los localismos siempre fueron malos y no tiene mucho sentido programar una ópera que yo llamaría... Si en Gijón optan por una ópera del tipo que están haciendo, sabrán lo que hacen. Me parecen más acertadas las programaciones que se hacen en el Teatro Jovellanos y el Palacio Valdés. Manteniendo el respeto a los músicos, los cantantes y las orquestas, podrá comprender que una compañía de ópera que viene el día antes, monta, canta y se marcha, no es lo mismo que estar tres semanas de ensayos, con cantantes de renombre... Es otra historia.
-Vaya que lo de Gijón no da la talla.
-La ópera de Oviedo es una temporada estable desde hace 63 años, tiene un público, un prestigio, unas orquestas (la OSPA y Oviedo Filarmonía), los directores musicales y de escena son gente consagrada en los circuitos internacionales, los cantantes son de renombre. Hay una diferencia de calidad evidente. Voy a poner un ejemplo: a Gijón vino el Circo del Sol, una maravilla, el Circo Atlas es distinto.
-Volvamos al dinero. 400.000 euros menos de presupuesto respecto al año anterior. ¿Cómo van a cuadrar el círculo?
-Intentaremos no tener que renunciar a nada porque lo fundamental es mantener la calidad. Por temporada son cinco títulos, pero en el proyecto cultural de expansión estaban los 'Conciertos alrededor de', que no vamos a poder recuperarlos; la ópera para niños, que este año obramos el milagro a través de instituciones privadas; las proyecciones en distintas localidades de Asturias, que esperamos que podamos seguir manteniéndolas; queremos mantener, y lo intentaremos por todos los medios, el segundo cast en dos de las óperas más conocidas a precios más baratos... Pero habrá que renunciar a la escenografía en la ópera 'Norma', que es en la que hay más posibilidades de que pueda salir bien en versión de concierto.
-Esto no ha ocurrido nunca en la ópera de Oviedo.
-No, pero las circunstancias yo creo que tampoco habían ocurrido nunca o casi nunca.
-¿Hay algún plan B?
-En este momento hay un plan de intentar consolidar lo que tenemos.
-¿Es doloroso tomar esa decisión?
-Lo es, y como presidente me toca hacerlo y comunicarlo para que nuestros abonados lo comprendan. Hay menos dinero en subvenciones, el precio de las entradas es razonablemente alto, llega un momento en que las subvenciones de los otros teatros son muy superiores a las que recibe Oviedo, así que tenemos que apretarnos el cinturón.
-La tormenta no parece que vaya a escampar muy rápido. Y la cultura tiene más papeletas para asumir nuevos recortes que los servicios sociales.
-Para el próximo año, probablemente la situación se mantenga en la misma línea. De todas formas, eso que ha dicho de los servicios sociales es un error. Darnos el dinero a nosotros es dárselo a una pyme, a una empresa que produce y bien organizada, que genera riqueza y puestos de trabajo, y eso debería de tenerse en cuenta en el reparto de las subvenciones.
-¿Se han planteado un cambio de modelo? ¿Un replantemiento a largo plazo?
-Nosotros no somos los únicos. Formamos parte de Ópera XXI, estamos haciendo un estudio precisamente sobre el impacto económico de la ópera. Es difícil hablar de futuro. No se sabe qué va a pasar. Es posible que el caché de los cantantes, ya que es una crisis mundial, haya que ir adecuándolo, de hecho ya se está haciendo. El problema es que hay que contratarlos con dos años de antelación, porque si son relevantes están muy solicitados. Lógicamente, la ley de la oferta y la demanda funciona, y lógicamente nosotros intentamos rebajar al máximo.
-Siempre han insistido en la importancia del mecenazgo y el patrocinio privado. ¿Por qué aquí no funciona como en otros países?
-Porque no hay una ley de mecenazgo que les merezca la pena a las grandes empresas. Es una asignatura pendiente. A mí me da una alegría tremenda cuando entro en el Metropolitan de Nueva York y está el cartel de Coca Cola de arriba abajo y cantidad de empresas y particulares han hecho donaciones.
-No sé yo cómo sentaría en Oviedo un cartel de Coca Cola a las puertas del Campoamor...
-Yo lo pondría encantado.
-¿Y por qué Coca Cola patrocina la ópera en Nueva York y no aquí?
-Pues probablemente porque aquí no les interesa, porque tienen unas rebajas en sus impuestos que les merece la pena.
-¿Ha habido bajada de patrocinios por efecto de la crisis?
-Tengo que decir que no hemos notado una bajada significativa en los donativos de la sociedad civil.
-Pero recuperar esos 400.000 euros a través de la iniciativa privada no se antoja muy factible.
-Nosotros no lo damos por perdido. Lo vamos a luchar.
-Precios al margen, ¿cuál es el auténtico valor de la ópera?
-Es una forma de satisfacción cultural. En Oviedo es además es un hecho cultural que distingue a la ciudad. En Gijón tienen el Festival de Cine y hay que luchar entre todos los asturianos por él.
-Da la sensación de que la ópera es víctima de los localismos.
-En absoluto, el 17% de nuestros abonados son de Gijón. Lo que me preocupa es que se utilice la ópera de Oviedo, quiero dejar claro que es para toda Asturias y toda España y toda la gente que quiera venir. Y no me parecería bien que en Oviedo se patrocinara un festival de cine. Tenemos que ir a la complementariedad.
-¿Qué poso está de dejando, de momento, esta temporada?
-Muy bueno. Apostamos ya hace unos años por programas distintos introduciendo nuevas óperas, con ciertos miedos, y no ha habido ningún problema, el público lo está reciendo muy bien.
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