ANTONIO SÁNCHEZ VIÑA | RESPONSABLE DE PROGRAMA DE UPYD DE DE GIJÓN
La asunción de competencias impropias y la falta de financiación adecuada a las necesidades de los municipios, han propiciado la especulación inmobiliaria y, en muchos casos, la corrupción. Existen multitud de ejemplos en que se asocia directamente la necesidad de equipamientos con la especulación de terrenos liberados de usos públicos y reconvertidos en promociones privadas. Ejemplos como condicionar el soterramiento de las vías y eliminar la barrera que divide Gijón en dos (algo que, en principio, es beneficioso) a la generación de plusvalías por la construcción de torres de viviendas, sin que nadie se sonroje y se considere como algo normal, nos marca el punto hasta el cual se ha degenerado la vida política.
Es cada vez más necesario dar un impulso de regeneración democrática, permitiendo la participación de los ciudadanos en la gestión de los equipamientos y la planificación del desarrollo de la ciudad, dando a conocer, a través de las nuevas tecnologías, el control del gasto y el grado de ejecución del presupuesto. La calidad de vida de las personas está determinada, en gran medida, por el medioambiente en que se desarrolla. Un entorno que ofrezca seguridad emocional, económica y ambiental es el fin hacia el que debe encaminarse la programación urbanística. En el equilibrio entre un núcleo urbano compacto y fácilmente gestionable, combinado con un entorno rural accesible y preservado, sin olvidar las tan necesarias áreas de desarrollo industrial bien equipadas y comunicadas, está la clave de la cohesión económica, social y territorial que nos marca como objetivos la Unión Europea.
De la crisis económica y el drama del desempleo sólo podremos salir si la iniciativa privada se potencia y agiliza. Las administraciones han de crear las condiciones adecuadas, «el caldo de cultivo», y una de sus principales herramientas son los planes de urbanismo. Todo ha de hacerse en su justa medida y no podemos utilizar la crisis económica como justificante de una especulación urbanística salvaje que no se atenga a las necesidades reales de vivienda, ni tenga en cuenta el cuidado del medioambiente y los costes que genera una ciudad distorsionada. Nos jugamos mucho todos los ciudadanos, con vistas al futuro de nuestra ciudad, para permitir que se destruya nuestro entorno rural creando un cinturón de barrios-gueto que no tienen más justificación que el beneficio privado de unos pocos.
No creo equivocarme al decir que toda la ciudadanía entiende y desea que se urbanice la Ería del Piles, pero un lugar tan emblemático debe desarrollarse con el consenso de los empresarios y habitantes establecidos, que tienen unos derechos que han de ser defendidos y no agredidos, mientras se gastan los dineros públicos en recursos judiciales.
El Muselín es otro de los frentes abiertos en los planes de Sanjurjo, que pretende liquidar un barrio ocupado durante generaciones, con excusas poco claras y que ocultan la verdadera razón que no es otra que la cercanía a la regasificadora de El Musel.
En Gijón, tanto el concejal de Urbanismo como la alcaldesa, deben hacer un ejercicio de reflexión ante la contestación ciudadana que están teniendo las propuestas del actual PGO en tramitación
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