Lo bueno de escribir en Asturias es que las materias sobre las que uno debe leer se repiten una y otra y otra y otra vez. En febrero de 2009 hice mi primera colaboración escrita en este periódico. ¿La materia? La estación intermodal de Gijón. En aquella primera columna afirmaba que el proyecto de 130 millones de euros, aun contando con «garantías de financiación» por parte del Ministerio de Fomento, era irreal tras la caída drástica del valor del suelo. Suelo que según los responsables socialistas, por algún tipo de pensamiento mágico, no perdería valor con la crisis. Los 253 millones de euros, del cuento de la lechera, sufragarían un proyecto que el gobierno de coalición municipal prometía puntero. De esto hace dos años.
En enero de 2011, la estación intermodal es aceptada de manera tácita como un imposible. Es decir, la operación ferroviaria de Gijón está sujeta con alfileres. No es el único error que rodea la gestión del ferrocarril. El tren siempre debe entrar al centro de las ciudades, la construcción de la estación Jovellanos y su separación del núcleo urbano tardó pocos años en demostrar su absoluta inutilidad. Sin aprender de fallos pasados, retranquear la estación provisional/definitiva hasta llevarla fuera del corazón de Gijón es una locura. Sinceramente, ¿a qué se dedica Gijón al Norte? Dando por muerto el metrotrén, ¿es tan difícil hacer bien una puñetera estación de tren y autobús?
Ahora exigiremos explicaciones, pero la culpa in vigilando (en la vigilancia) es nuestra. Usted y yo somos responsables. Brecht dijo que las crisis se producen cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer. En Asturias estamos al final de algo, y al mismo tiempo, estamos al principio de algo. Está en nuestras manos que no vuelva a suceder.Lo bueno de escribir en Asturias es que las materias sobre las que uno debe leer se repiten una y otra y otra y otra vez. En febrero de 2009 hice mi primera colaboración escrita en este periódico. ¿La materia? La estación intermodal de Gijón. En aquella primera columna afirmaba que el proyecto de 130 millones de euros, aun contando con «garantías de financiación» por parte del Ministerio de Fomento, era irreal tras la caída drástica del valor del suelo. Suelo que según los responsables socialistas, por algún tipo de pensamiento mágico, no perdería valor con la crisis. Los 253 millones de euros, del cuento de la lechera, sufragarían un proyecto que el gobierno de coalición municipal prometía puntero. De esto hace dos años.
En enero de 2011, la estación intermodal es aceptada de manera tácita como un imposible. Es decir, la operación ferroviaria de Gijón está sujeta con alfileres. No es el único error que rodea la gestión del ferrocarril. El tren siempre debe entrar al centro de las ciudades, la construcción de la estación Jovellanos y su separación del núcleo urbano tardó pocos años en demostrar su absoluta inutilidad. Sin aprender de fallos pasados, retranquear la estación provisional/definitiva hasta llevarla fuera del corazón de Gijón es una locura. Sinceramente, ¿a qué se dedica Gijón al Norte? Dando por muerto el metrotrén, ¿es tan difícil hacer bien una puñetera estación de tren y autobús?
Ahora exigiremos explicaciones, pero la culpa in vigilando (en la vigilancia) es nuestra. Usted y yo somos responsables. Brecht dijo que las crisis se producen cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer. En Asturias estamos al final de algo, y al mismo tiempo, estamos al principio de algo. Está en nuestras manos que no vuelva a suceder.Lo bueno de escribir en Asturias es que las materias sobre las que uno debe leer se repiten una y otra y otra y otra vez. En febrero de 2009 hice mi primera colaboración escrita en este periódico. ¿La materia? La estación intermodal de Gijón. En aquella primera columna afirmaba que el proyecto de 130 millones de euros, aun contando con «garantías de financiación» por parte del Ministerio de Fomento, era irreal tras la caída drástica del valor del suelo. Suelo que según los responsables socialistas, por algún tipo de pensamiento mágico, no perdería valor con la crisis. Los 253 millones de euros, del cuento de la lechera, sufragarían un proyecto que el gobierno de coalición municipal prometía puntero. De esto hace dos años.
En enero de 2011, la estación intermodal es aceptada de manera tácita como un imposible. Es decir, la operación ferroviaria de Gijón está sujeta con alfileres. No es el único error que rodea la gestión del ferrocarril. El tren siempre debe entrar al centro de las ciudades, la construcción de la estación Jovellanos y su separación del núcleo urbano tardó pocos años en demostrar su absoluta inutilidad. Sin aprender de fallos pasados, retranquear la estación provisional/definitiva hasta llevarla fuera del corazón de Gijón es una locura. Sinceramente, ¿a qué se dedica Gijón al Norte? Dando por muerto el metrotrén, ¿es tan difícil hacer bien una puñetera estación de tren y autobús?
Ahora exigiremos explicaciones, pero la culpa in vigilando (en la vigilancia) es nuestra. Usted y yo somos responsables. Brecht dijo que las crisis se producen cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer. En Asturias estamos al final de algo, y al mismo tiempo, estamos al principio de algo. Está en nuestras manos que no vuelva a suceder.
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