Armando Fernández Bartolomé Coordinador Local UPyD Gijón
(Sobre huelgas, estudiantes y ciudadanía)
(Artículo publicado en El Comercio en su edición del Martes 16 de octubre de 2012)
Las mal llamadas “huelgas de estudiantes”, hay una prevista para estos días, retornan cada curso y ya forman parte (como día festivo) del calendario escolar. Suelen ser convocadas, y con notable éxito de seguimiento en la enseñanza pública , por el Sindicato de estudiantes (SE) ; sindicato , mas virtual que real , que se autodenomina “de clase y de izquierdas” y cuyas reivindicaciones sobre asuntos educativos se deslizan fluidamente hacia “las jornadas de lucha” y el partidismo político. Modelo de acción “poli-sindical” que conocemos sobradamente . Una visita rápida a su web nos hace constatar su activismo militante, su buena organización a nivel estatal , su clara matriz comunista y hasta sus simpatías por la revolución bolivariana. Nada que objetar. Nos parece estupendo, y mas con la que está cayendo, que haya estudiantes concienciados y que se organicen para intentar mejorar la educación y la vida en la “polis”; para eso impartimos en las aulas “Educación para la ciudadanía” o reflexionamos sobre lo que dijeron e hicieron Aristóteles , Locke o Marx.
Ahora bien, hay algo de esta “puesta en escena” que no nos cuadra desde hace años. Es un tópico sociológico afirmar ,y nuestra modesta experiencia educativa lo corrobora, que los jóvenes son individualistas, que el pluralismo ideológico y moral entre ellos es elevado, que el nivel de concienciación y afección política es escaso, que su adscripción en organizaciones de tipo cívico-social, político o sindical es pequeñísimo, que su participación en la marcha diaria de los centros educativos es manifiestamente mejorable y…..sin embargo, paradójicamente, la llamada añal del único y pastoril Sindicato de estudiantes ha sido secundada en manada silenciosa por el alumnado durante la última década .
¿Cómo interpretar esto?¿Éxito estratégico sindical? ¿Milagro laico? ¿Revolución en marcha? Aventuramos modestamente una hipótesis explicativa y una tesis .
Hipótesis: para una buena parte de los estudiantes de enseñanzas medias estos días de “huelga” han sido vividos como una fiesta gratuita, sin coste alguno y, lo que es mas grave, muchos de ellos, mas allá de algún slogan machacón, no tenían ni idea de quien , por qué ,para qué y contra quién se convocaban las party/huelgas. Tampoco tenían ni idea de quien pagaba la fiesta ni de las consecuencias que para ellos mismos pudiera tener en el medio y largo plazo. Como argumento de prueba baste recordar que, al menos hasta ahora, la participación de los estudiantes en cualquier otra medida (discusiones, asambleas, manifestaciones…etc.) que no pasase por dejar de ir a clase han sido un fiasco .
Tesis: Esta situación anómala ha sido educativamente perversa (por borreguil), despilfarradora de recursos públicos y muy proclive a la manipulación política; poniendo en evidencia que nos queda mucho por caminar en libertad, educación para el pensamiento crítico y cultura cívica. Es de justicia también destacar que la tal anomalía no afecta sólo a la educación pública porque ante este tipo de convocatorias, y por otras circunstancias que no vienen al caso, idénticos síntomas de uniformismo acrítico manifiestan los alumnos de la enseñanza concertada aunque aparentemente circulando en sentido contrario: nadie sigue las convocatorias El resultado es similar: lo individual queda sepultado por el bloque y queda prohibido matizar.
Volviendo a la enseñanza pública, hay que decir que esta rara unanimidad estudiantil ha sido posible por la colaboración de muchos padres, a veces cabreados pero generalmente pasivos, y por la cooperación inestimable de la Consejería de Educación que estableció, allá por 2007, una normativa confusa, pseudodemocrática (Decreto 249/2007 art.10) y que los hechos confirman como un fracaso y un ejemplo del “desgobierno y del cacao mental” en el que nos hemos movido en temas de gestión y organización educativa. La tal normativa complica kafkianamente lo esencial del asunto: los alumnos no pueden hacer huelga porque no son trabajadores; quien quiera secundar un paro (alumnos y sus familias) lo hace de forma personal, libremente y acatando las consecuencias (que debe haberlas); los que no lo secundan tienen derecho a recibir clase (no solo a ser atendidos) y los profesores la obligación de impartir la materia; la autoridad administrativa esta para garantizar dicho cumplimiento. Todo lo demás sobra e invita a la manipulación
Concluyendo: no entramos en la materia de las reivindicaciones estudiantiles, ni estamos en contra del derecho del alumnado, y sus familias, a manifestar su discrepancia respecto a las decisiones educativas que le afecten y que esta se materialice no asistiendo a clase: Ahora bien, si estamos en contra de que eso suponga, en la práctica y por un mal procedimiento formal, consecuencias indeseadas para los intereses generales y, especialmente, si entraña una conculcación del derecho a recibir clase de los que no secundan el paro.
Proponemos que la actual normativa que regula el eufemísticamente denominado “derecho a la manifestación de discrepancias colectivamente”(sic) en Asturias sea reformada porque no garantiza la libertad individual y el pluralismo, la asunción de responsabilidades por los propios actos, el buen uso del dinero público y la garantía de su propio cumplimiento por parte de la administración educativa.
Excelente reflexión y como siempre, con mucho sentido común.
ResponderEliminarGracias
Gracias a ti
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