Un partido político no puede convertirse en un fin en sí mismo sin perder su legitimidad, pues tienen una clara justificación: canalizar la participación de los ciudadanos en la vida pública y representar un determinado proyecto político en las instituciones democráticas, sea en labores de gobierno o de oposición.
Cuando los partidos acaban siendo un fin en sí mismos, una maquinaria electoral al servicio de intereses privados, sus programas acaban reducidos a propaganda, mientras que el proyecto político original se desvanece.
Convertidos en administradores del statu quo, consagrados a la autopreservación, renuncian a las reformas ambiciosas, se adaptan a la situación y, finalmente, sus políticas van haciéndose intercambiables pues tienen el mismo objetivo: perdurar y vivir del sistema.
Consecuencias de lo anterior: la profesionalización de la política y el aumento de la burocratización interna. La primera supone que los miembros del partido se convierten en meros funcionarios o en profesionales del desempeño de cargos públicos; en ambos casos procuran conservar su modus vivendi. A esto se une la selección negativa: los más obedientes y conformistas de sus militantes coparán esos cargos y aspirarán a perpetuarse en ellos.
La segunda consecuencia, la burocratización convierte al partido en el centro del interés, desplazando la preocupación por la cosa pública. La regeneración política a la que aspira upyd no puede lograrse ya con estos partidos.
Se hacía, pues, necesario crear un nuevo partido, capaz de impulsar un proyecto de reforma de la democracia española, impulsado por ciudadanos libres de servidumbres, cuya subsistencia no dependiese de la pertenencia a un aparato o de un cargo político en las instituciones; en el que su modelo de funcionamiento no sea la preocupación política principal, y en el que se contemple como un lastre la institucionalización de una “escuela” de formación de cuadros y futuros profesionales de la política como son las tradicionales “juventudes”.
En un partido instrumental, las cuestiones de organización están sometidas a los principios de adecuación, eficacia y eficiencia para los objetivos políticos que se propone alcanzar. Es decir, el partido será un instrumento para alcanzar sus objetivos políticos, esto es la reforma de la Constitución y de la Ley Electoral, la adopción de las medidas necesarias para la regeneración de la democracia.
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