Laboral, el mayor, más ambicioso y más costoso de los proyectos culturales emprendidos por cualquiera de los gobiernos presididos hasta el momento por Vicente Álvarez Areces, acaba de cumplir tres años con otras tantas convicciones: la primera, que se «ha ido acrecentando el apoyo del público asturiano»; la segunda, que el proyecto liderado por Rosina Gómez-Baeza se ha mostrado durante este tiempo como «oportuno y necesario para la era digital»; la tercera, que Laboral «ha consolidado su actividad y su presencia internacional (?) como centro expositivo y como espacio dedicado a la formación, investigación, producción y difusión de las nuevas forma de arte y creación industrial».
Así lo hacen saber en un exhaustivo informe emitido ayer los responsables del Centro de Arte y Creación Industrial radicado en los antiguos talleres de la Universidad Laboral e inaugurado el 30 de marzo de 2007 por la entonces ministra de Cultura, Carmen Calvo, con la vocación de crear «un nuevo modelo de centro»: un «espacio interdisciplinar destinado a favorecer el intercambio artístico y fomentar la relación entre arte, ciencia, tecnología y sociedad» cuya naturaleza posiblemente aún no se ha desarrollado, comprendido y/o aclarado del todo, en particular en su ámbito de influencia más cercano, que no parece haber establecido todavía con el centro la relación fluida y cercana con la sociedad asturiana que se incluye en su programa.
Sin duda, el dato que será examinado con más atención por políticos, detractores y ciudadanía en general será -con razón o sin ella a la hora de considerarlo como el más relevante- el relativo al uso general del centro. En el informe, esa cifra aparece cuantificada de manera que se contabilizan indistintamente «visitantes/usuarios»: 545.338 personas que, hasta el pasado 31 de diciembre, «han participado en las diversas actividades organizadas por Laboral en sus cinco ámbitos de actuación: exposición, educación, investigación, producción y mediación». Según ese concepto «extendido» de usuario -y de centro artístico- ahí se contabilizarían, por ejemplo, los casi 15.000 asistentes a los 92 talleres y encuentros teóricos, englobados en el área de educación y mediación.
No aparecen, sin embargo, datos concretos acerca del número concreto de visitantes físicos a las 35 exposiciones -varias de ellas excelentes, otras discutibles y alguna francamente desacertada- organizadas por Laboral en solitario o en colaboración con socios tan potentes como, por ejemplo, la Fundación Telefónica. Pero sí se registra la de visitantes virtuales, a través de la web del centro, que contabilizó 302.340 visitas, e incluso se consignan los potenciales 756,4 millones receptores de noticias sobre Laboral que, como «audiencia estimada», han podido deparar las casi diez mil apariciones en medios nacionales e internacionales.
Al margen de esos llamativos contrastes, todo esto plantea la cuestión de hasta qué punto el factor de arraigo y uso por parte del público en general es el que puede medir, por sí solo, el éxito de Laboral. Y de si tres años son suficientes para que un centro así cale en su entorno. Durante ese período, Rosina Gómez-Baeza y su equipo han insistido en que se trata de un proyecto a largo plazo, incluso a muy largo plazo, y trabajado duro entretanto para hacer ver las peculiaridades de un espacio muy atípico que es sólo en parte un centro expositivo y que, ante todo, aspira a ser un centro de producción y difusión de conocimiento. Quizá deberían pesar más que nada las 73 obras que Laboral ha producido o coproducido estos tres años, de las cuales 28 son creaciones de artistas asturianos. Un colectivo, por cierto, que ha ido aproximándose, sobre todo en su franja más joven, al proyecto de Laboral, pero que en una parte significativa sigue mirándolo como con escepticismo, indiferencia u ojo crítico.
Para salvar esa distancia con su paisaje y su paisanaje más cercano el gran buque ha maniobrado sobre la marcha, incorporando nuevos intereses a los iniciales, o matizándolos. Discursos como el territorio, el género, la sostenibilidad y la ecología y lenguajes como el cine o la música se han ido deslizando con creciente frecuencia en la programación de Laboral, abierta a festivales, conciertos y colaboraciones con acontecimientos como el Festival de Cine de Gijón. También se han ido añadiendo nuevos departamentos, como la recién inaugurada Mediateca-Archivo o el Centro de Producción. O se han producido ajustes tan significativos como el relevo del primer comisario-jefe, el austriaco Eric Berger, que nunca llegó a integrarse del todo en el proyecto ni en su «territorio» y que fue sustituido hace medio año por el parisino Benjamin Weil, cuya entrada parece haber aportado vitalidad y una mayor presencia pública al proyecto.
Aunque quizá el gran asunto pendiente esté en otro ámbito más complejo y ambicioso. El más ambicioso, de hecho. Porque Laboral nació como un centro no tanto sobre la creación industrial como de creación industrial vinculado a las llamadas industrias culturales y a las nuevas tecnologías a través de la conexión con agentes como la Universidad y la empresa, y sobre el horizonte histórico de una región que intenta culminar su reconversión. En ese terreno, el balance reseña convenios y acuerdos con cerca de 90 organizaciones públicas y privadas, tanto culturales, como académicas y sociales, 46 de ellas asturianas. Pero la productividad de instancias como Creatic, el Laboratorio de Creatividad e Investigación Tecnológica puesto en marcha junto a la Fundación CTIC, Alcoa, Arcelor, Cajaastur y el Gobierno autonómico, no se ha demostrado todavía. Y, del mismo modo, a mayor escala, no se atisba en modo alguno el potencial de Laboral como «parte de la estrategia para rediseñar modelos alternativos de futuro para Asturias y seguir avanzando en el desarrollo de la Sociedad del Conocimiento».
En un contexto que no favorece, desde luego, esas grandes ambiciones, quizá haya que rebajar o posponer, con los consiguientes riesgos de desnaturalizar el programa y su justificación. Entretanto lo que sí parece indiscutible es que, tres años después de su inauguración, Laboral ya está en el mapa nacional e internacional de centros de su género, que cuenta con la atención de la prensa y el público más especializado dentro y fuera -en ocasiones, muy fuera- de Asturias. El resto es, aún, terreno por conquistar o terreno al que renunciar.
http://www.lne.es/gijon/2010/04/01/laboral-primer-trienio/894800.html
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