Álvaro Anchuelo, responsable de economía de UPyD
13 de mayo de 2010
Algunas reflexiones sobre las medidas anunciadas ayer en el Congreso:
1º) Lo sucedido no era inevitable. No se debe únicamente a la crisis, sino a las medidas equivocadas aplicadas por el gobierno durante años. La crisis provoca inevitablemente déficit, al reducir la recaudación de los impuestos y aumentar el gasto en prestaciones por desempleo. Pero, a este déficit inevitable, se le han sumado toda una batería de medidas muy costosas e ineficientes. Recuérdense los 12 000 millones que se dejaron de recaudar en el IRPF por la deducción generalizada de 400 euros, los 1 800 millones anuales perdidos por la supresión del Impuesto del Patrimonio, los 13 000 millones malempleados en los dos fondos de inversión local, los 11 000 de la reforma de la financiación autonómica… Es esta locura la que ha agotado el margen de actuación disponible en mitad de la crisis. Nótese que el recorte ahora aprobado pretende reducir el gasto en 5 000 millones este año y 10 000 el próximo, una cifra bastante menor que la dilapidada.
2º) Se nos ha llevado al borde del abismo, hasta convertirnos en una economía tutelada desde el exterior, intervenida y controlada. Una situación humillante para un país como España, propia de un país en desarrollo incapaz de autogobernarse. El viernes 7 de mayo los mercados financieros se secaron tanto para la deuda pública española como para las emisiones de nuestras empresas. El colapso podía amenazar al resto de la zona del euro e incluso a Estados Unidos, dado el tamaño de la economía española (cuatro veces la de Grecia). La magnitud de la cifra del rescate (750 000 millones) y su urgencia prueban la situación limite que se había alcanzado y que somos nosotros los rescatados. La consecuencia es habernos convertido en un país intervenido, bajo tutela exterior, que tiene que actuar al dictado de sus acreedores y pasar evaluaciones periódicas. Las primeras tendrán lugar en la reunión del ECOFIN del 18 de mayo y en el examen de la Comisión del 12 de junio.
3º) Al dictado de esas órdenes exteriores, en tres días y precipitadamente, se han diseñado las medidas aplicadas. Así han salido. Se opta por lo más sencillo: que paguen los más débiles, como siempre. El recorte no puede ser más antisocial. Los funcionarios no son seres privilegiados y ociosos. Se trata de las enfermeras, los maestros, la Guardia Civil, los bomberos… Trabajadores con sueldos modestos. No se les congela como hacía el malvado PP: se les reduce drásticamente, por primera vez. Otros “ricos” afectados son los pensionistas, otro colectivo pudiente y privilegiado, por lo visto. Qué decir de los solicitantes de ayuda acogiéndose a la Ley de Dependencia. Para que no falte de nada, también se recorta en 6 000 millones la inversión pública estatal. Será para asegurarse de terminar con cualquier atisbo de recuperación económica.
4º) Tanta incompetencia y un cambio tan radical e inexplicado de política no puede ser puesto en marcha por la misma persona que nos ha llevado a esta situación. Si no por simple dignidad personal, el presidente Zapatero debería dimitir inmediatamente al menos para que la política económica pueda recuperar algo de credibilidad. No parece su idea. Ha sido hasta ahora Chamberlain y se propone ponerse la careta de Churchill. Otro dirigente socialista debería sustituirle inmediatamente mientras se convocan elecciones. No olvidemos que las elecciones anteriores se ganaron con promesas de pleno empleo, un país de primera división, adelantar a Francia…
5º) Esto no supone el final de los problemas. Ya se anuncian más subidas de impuestos. Por supuesto, sólo a “los ricos”. Existe el peligro de que se genere una segunda espiral recesiva, provocada por el efecto sobre la demanda de la subida de impuestos y el recorte del gasto. En ese caso, crecería de nuevo el gasto público en desempleo, caerían las bases imponibles, aumentaría la deuda en términos del PIB… Si la situación en Grecia se deteriora, cosa probable, los efectos sobre España podrían volver a desencadenarse. No se ha conjurado la tormenta, tan sólo hemos evitado el hundimiento inmediato.
6º) Los problemas, no obstante, no son sólo de personas. Tienen una naturaleza estructural. Por ello, requieren reformas profundas para hacerles frente. Por ejemplo, una reforma del modelo de Estado para reducir el gasto autonómico superfluo (en consejerías, número de parlamentarios, televisiones, embajadas en el extranjero, servicios meteorológicos, defensores del menor, de la mujer, agencias, observatorios, fundaciones, consorcios…). En el anuncio de ayer miércoles, a las comunidades autónomas y a las administraciones locales sólo se les pide un recorte de 1 200 millones. Sin embargo, controlan el 36% del gasto público, frente a un 20% (en gran medida comprometido en pago de intereses de la deuda o prestaciones por desempleo) de la administración central. Son necesarias también reformas en el sistema electoral y en la propia Constitución. La crisis no es sólo económica, sino institucional.
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