Mientras mis ojos asombrados observan la creación de un nuevo tipo de nacionalista catalán (andaluz); y nuestro presidente y el PSOE viven preocupados por la imposible resolución de un conflicto melancólico, de quien, paradójicamente, son los máximos responsables; al resto del país nos toca preocuparnos por las cosas del comer. Datos: la recaudación ha bajado un 13,6% en 2008 y un 17% en 2009. No hay que controlar los arcanos de la contabilidad pública para entender las implicaciones. Dentro de ese mapa, toda la Administración comparte dificultades, pero especialmente unos ayuntamientos cuyos problemas de endeudamiento son anteriores a la crisis.
Nuestro gobierno obvia el más mínimo análisis sobre un modelo de estado inviable con nuestros actuales ingresos. En el ámbito local, sobre el problema de financiación estructural que aqueja a todos los ayuntamientos de España, ha optado, tras el espectáculo habitual de errores, por la tontería supina de decretar que ninguno pueda acudir a la deuda. La medida ya ha tenido toda clase de efectos perversos potenciados por el año electoral: plenos extraordinarios a las carreras, penalización a los buenos gestores que gozan de un nivel de endeudamiento menor, infraestructuras de inversión plurianual paralizadas. Y lo más grave es que no ataca la raíz del problema.
España, por la vía de los hechos y de la falta de ingresos, ha entrado en un nuevo proceso constituyente. En los años de invierno económico que nos esperan, necesitamos construir un nuevo modelo de Estado integrando los tres niveles territoriales de una manera más eficiente. Debemos cuestionarnos, por encima de estériles debates sentimentales, si el Estado 'superdescentralizado' y redundante no murió con la crisis.
http://www.elcomerciodigital.com/v/20100714/gijon/inferir-pedro-herrero-20100714.html
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