JORGE J. URÍA MIEMBRO DE UPYD En la sociedad de los mass-media, como dirían los cursis, tener una buena política comunicativa significa tanto como estar en posesión de la lámpara maravillosa a la que tanto lustre sacó Aladino. Lo sabe bien el Ayuntamiento de Gijón que últimamente, un día sí y otro también, nos sorprende con las bondades que destila un Plan Urbanístico bajo sospecha permanente, sobre todo por parte de los vecinos de la zona rural. Esto no impide que, desde el Consistorio, las manos de quienes tienen responsabilidad en el mismo e intereses en su desarrollo, se afanen en frotar las veces que haga falta la lámpara del genio que nos haga convencer de que el Plan General de Ordenación Urbana redactado cubrirá a la perfección las necesidades futuras de vivienda y desarrollo económico del concejo.
Fomentar el uso de la bicicleta obligando a los constructores a habilitar espacios en las viviendas de nueva construcción que permitan estacionarla o potenciar los usos agrícolas y ganaderos, forman parte de la mano de pintura que quiere aplicarse al urbanismo de Gijón con motivo de que cumpla con la noble y bien timbrada causa de ser medioambientalmente sostenible, libre de humos y comprometido con un medio rural respetuoso que no olvide los usos tradicionales de la aldea. Es correcto y aplaudimos dichas iniciativas, pero si de maquillar la realidad se trata, convendría hacerlo de forma tal que, al menos, a poco que uno rasque, no se vea el verdadero color de lo que esconde cada brochazo de terquedad institucional.
La sombra de la sospecha alcanza un plan que se elabora con material sensible. Tras años de atropellos y desmanes especulativos inflando la burbuja inmobiliaria, el urbanismo es visto como un foco de corrupción y Gijón no es una ciudad ajena a esta realidad. Las operaciones sucesivas de compraventa en torno a la misma finca en Cabueñes por parte de quien fuera arquitecto jefe en el Ayuntamiento y posterior técnico en SOGEPSA o la exclusión sin causa justificada en la redacción del Plan General de Ramón Fernández-Rañada, autor de los anteriores desarrollos urbanísticos y contrario a la edificación de pisos en zonas rurales, nos obligan a estar vigilantes para no dejarnos engañar por cantos de sirena y evitar en lo posible que el genio de la lámpara del urbanismo gijonés conceda sus deseos a quienes buscan intereses ajenos al bien común, el de todos.
http://www.lne.es/gijon/2010/07/14/maquillaje-pgo-gijon/942101.html
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