10 de julio de 2010
Desde UPyD entendemos que nunca antes fue tan necesaria una regeneración democrática. El espectáculo ofrecido ayer lo único que genera son actitudes totalmente alejadas de la realidad y de los asuntos más importantes para los gijoneses como el paro o la inseguridad laboral, a los que habría que añadir, además, la existencia de una clase política carente de todo rigor y decencia democrática.
Lamentable. De los muchos apelativos que pueden ilustrar lo ocurrido ayer en el Pleno del Ayuntamiento, este es para Unión Progreso y Democracia el que mejor define el espectáculo ofrecido por los gestores públicos de la ciudad. Los ediles de nuestra corporación tanto del gobierno como de la oposición, lejos de ocuparse de los problemas que preocupan a los ciudadanos, se han enfrascado en una lucha cuerpo a cuerpo y un patético cruce de acusaciones con constantes enfrentamientos personales ofreciendo con ello una imagen bien alejada de los problemas y la realidad de la ciudad, convirtiendo el Pleno en un espectáculo que por ética política y dignidad personal nunca debería haberse producido.
Saber quién vaya a encabezar la candidatura a las próximas elecciones, el coste de la sede del PSOE, o los problemas que pueda tener algún concejal con el cobro de subvenciones en sus empresas no soluciona ninguno de los muchos problemas que acucian a los ciudadanos, muy al contrario, entendemos que estas disputas innecesarias colocan al ayuntamiento de los gijoneses más cerca de un plató de “reality show” que del lugar de representación de los ciudadanos.
Para Armando Fernández Bartolomé, coordinador en Gijón, “desde UPyD entendemos que nunca antes fue tan necesaria una regeneración democrática. Causas tales como el inmovilismo de nuestros dirigentes o la creencia en que pase lo que pase no habrá consecuencias políticas, únicamente genera son actitudes como las vividas ayer totalmente alejadas de la realidad y de los asuntos más importantes para los gijoneses como el paro o la inseguridad laboral, a los que habría que añadir, además, la existencia de una clase política carente de todo rigor y decencia democrática”.
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