PEDRO HERRERO |
Aristeia, dos instituciones se enfrentan en combate singular. El Gobierno del Principado y la Universidad de Oviedo, por la brizna de paja que rompe la espalda del camello, una factura de agua y jardines a cobrar por el Recrea. El conflicto real pivota sobre la financiación universitaria y se ha ido enconando. Las acusaciones de reducción presupuestaria y maquillaje con las partidas del Campus de la Excelencia y los fondos mineros, la amenaza a la nueva titulación de trabajo social. Un gobierno saliente coacciona con el mango de la sartén, los presupuestos, pero, visto lo visto en Cataluña, no parece que hablemos del futuro. La Universidad amenaza con marcharse de la Laboral, y una institución tan opaca a la sociedad es un mal enemigo, sufre pocos costes internos cuando se enfrenta al Principado.
A estas alturas parece obvio que la Laboral debería haberse ocupado, años atrás, con la llegada de la Universidad a Gijón. El dinero europeo, tan fecundo para realizar obra nueva dio al traste con esa posibilidad. El mismo dinero germano, esta vez camuflado de fondos mineros, centrifugó un campus hacia Mieres. Cascarones vacíos navegando en las procelosas aguas de la crisis.
La Universidad le hizo un favor al Gobierno cuando accedió a ocupar tantos metros en la Laboral. Un espacio enorme que nos convierte en pigmeos y que busca de manera desesperada contenido. Un edificio que parece querer cobrarse los años de intencionado olvido. Así, su primera víctima, la programación cultural de Mateo Feijoo que buscaba cristalizar el proyecto de Jorge Fernández León, se ha visto sustituida por José Luis Moreno.
En consonancia, si la Universidad de Oviedo decide abandonar la Laboral quizás apostemos por enviar la Semana Negra a celebrarse entre las escaleras de Luis Moya.
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