Desde un punto de vista material es un presupuesto CONSERVADOR, DE MANTENIMIENTO que no afronta ninguna de las profundas reformas estructurales que necesita Asturias. Un ejemplo, entre otros muchos, de este inmovilismo suicida lo representan las partidas presupuestarias relacionadas con las fallidas políticas activas de empleo, en las que nos hemos gastado miles de millones de euros durante lustros .Políticas que deberían tener grabado a fuego un objetivo principal: unir lo que demanda el mercado de trabajo con la formación de los trabajadores y desempleados. A día de hoy , las cifras de empleabilidad nos confirman que los verdaderamente agraciados, con esta lluvia de millones, han sido más los intermediarios burocráticos y formativos que los destinatarios finales. De hecho Asturias es campeona en paro de larga duración y desempleo juvenil . Dos datos del tercer trimestre del 2018 : el porcentaje de parados asturianos que llevan más de dos años en esa situación es del 40 % y el porcentaje de paro entre los menores de 25 años es del 35´1%. Las soluciones de facto para estos colectivos son beneficencia o exilio. Además en este ámbito de la formación y el empleo, y desgraciadamente no es el único, se han generado potentes redes clientelares enchufadas al presupuesto y, obviamente, el gobierno y sus socios históricos huyen como gato escaldado de cualquier evaluación . Esto explica el reciente intento de obstruccionismo para que la Comisión de Investigación sobre cursos de formación no realice su labor parlamentaria
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