PACO G. REDONDO PROFESOR DE GEOGRAFÍA E HISTORIA En diciembre de 2005 el Gobierno asturiano firmaba un acuerdo con UGT y CC OO para desarrollar entre sus funcionarios sanitarios la carrera profesional, en base a cuatro niveles de evaluación en 20 años con unos incentivos de hasta 2.500 euros anuales por tramo. Se optó por ampliarlo a la Educación, con una gran división sindical entre organizaciones negociadoras y los críticos con el sistema. El argumento de que las subidas salariales no se aplicaban a los docentes porque son muchos o tienen muchas vacaciones ya no se sostenía, pues los sanitarios son más. Que las políticas sociales (sanidad, educación, pensiones) son prioritarias hay que demostrarlo en los Presupuestos.
Sin embargo, se ponía en marcha un proceso administrativo donde primero te pedían el compromiso de ser evaluado -en parte redundante, pues ya lo establece la LOE- para los niveles y después se concretarían los requisitos, en principio sólo dos eran necesarios: ser funcionario de carrera y llevar 5 años como docente a 1 de enero de 2007, y firmar la adhesión antes de julio de 2007.
En realidad no puede haber carrera profesional docente propiamente dicha, pues los cuerpos docentes son estatales, mientras no haya un estatuto docente nacional, aunque esta última palabra les da alergia a los del PSOE y PP, que tienen que pactar con los nacionalistas seguir unos años más disfrutando de los cargos. Se trata de incentivos autonómicos, fuente de agravios comparativos: ¿cuándo la España autonómica es viable?
La aprobación de una ley el 29 de diciembre de 2009 en el Parlamento asturiano venía a dar cobertura al proceso, pues el TSJPA lo había declarado alegal en junio de 2009, permitiendo a quienes en su momento firmaron y cobran seguir cobrando el nivel uno (los sanitarios ya cobran el cuarto), y abriendo otro plazo para los de nueva incorporación en 2010; de momento están mareando la perdiz.
Siempre se ha dicho que ser funcionario entraña una gran ventaja, el puesto de trabajo de por vida, pero ello no es un privilegio, sino un mérito, en cuanto consecuencia del trabajo y la preparación demostrada en una oposición. El gran inconveniente, las congelaciones salariales en vacas flacas (entre 2010 y 2011 nos bajarán el sueldo un 13%). Y si no hay posibilidad de cambiar y prosperar, tentación de burocracia y rutina. Esto se ha tratado de resolver con los sexenios, complementos por 100 horas de formación adicionales en los últimos seis años.
En el caso de la enseñanza es difícil medir la productividad, no se trata de fabricar 1.200 tornillos en vez de 1.000, sino de enseñar y formar más y mejor: ¿Cómo se mide? Lo cual no debe hacernos confundir la igualdad de oportunidades con la igualdad de resultados, que lleva al estancamiento personal, y llevó a la Europa comunista al colapso económico y al socialismo real a su colapso político a finales del siglo XX.
Después el acuerdo se reescribía a la baja, de 20 años se pasaba a 29 y no se sabe del nivel dos para la enseñanza. Ahora lo que la gran mayoría espera es cuándo se abrirá el nuevo plazo para poder inscribirse y acabar con dudas y agravios. Primero dijeron que en el segundo trimestre del año, después que en octubre, ¿y ahora? Recordemos que el próximo mayo habrá elecciones autonómicas?
Cada colectivo mira para si -parece comprensible pero no deja de constituir una visión algo miope-. Lo digo porque el articulista pasa de puntillas sobre el personal estatutario, que ya cobra carrera profesional, se centra en el personal docente y nada dice del resto de personal funcionario.
ResponderEliminarEs el escrito de un docente.
El que apostilla, servidor, es uno de esos otros funcionarios que parecen, en tiempos de vacas flacas, totalmente prescindibles.
Lo digo porque cuando hay quien critica la congelación salarial aplicada a los empleados públicos justifica su queja amparándose en la meritoria labor desarrollada por maestros, médicos, policías y bomberos. Implícitamente, parece estar despreciándose el trabajo del brazo gris de la función pública, ese colectivo de "maleantes" que amparados en los privilegios de su condición expolian las arcas comunes. Me refiero, entre otros, a los que atienden ventanillas, pagan nóminas, gestionan prestaciones sociales, cuidan de las bibliotecas, mantienen archivos o redes informáticas. Los que en definitiva son la urdimbe gris pero impresdindible que facilita la labor de esos otros colectivos que se llevan la medalla del prestigio.
Bien, pues a todo ese colectivo también se le prometió carrera administrativa. Eso sí en importes menos cuantiosos que los abonados al personal estatutario y si añadir a la recompensa sexenio alguno.
De dicha promesa se cumplió, como en el caso de los docentes, el pago del primer escalón y se ha dejado para mejor momento -largo lo fían- la aplicación y abono del resto.
En cualquier caso, poco importa: son, ya digo, la parte menos importante de la administración. ¿Qué se perdería si nos despidieran a todos?
Los propios policías, profesores y médicos se encargarían de autogestionarse.
Un saludo cordial.
Totalmente de acuerdo
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