ELOGIO DE LA POLÍTICA

FESTINA LENTE

domingo, 13 de marzo de 2011

La Semana Negra mejor aprovechada

Cuando en 2008 el concejal de Festejos concedió oficialidad a la noticia adelantada por EL COMERCIO sobre la iniciativa municipal de acondicionar 100.000 metros cuadrados en Castiello, al borde del campus universitario, para la Semana Negra, afirmó que era una solución definitiva. «Una ubicación para los próximos 20 años», dijo José Manuel Sariego.
Ese criterio no se atreven a compartirlo desde la propia organización, que piensa que, al ritmo que crece la ciudad, 20 años puede ser un margen demasiado amplio para no tener que trasladarse. De hecho, en este sentido han afirmado que en este momento, después de las obras acometidas en el entorno de El Molinón, «ya no sería posible que volviésemos allí. Nos habría quedado pequeño».
Y es que la ubicación cercana al campus será, a partir del 22 de julio, la novena sede de la Semana Negra desde que aquel verano de 1988 comenzara una andadura que entonces se antojaba incierta. Se fue a El Musel, a la misma explanada que posteriormente ocupara en su primera visita El Circo del Sol. Tuvo 30.000 visitantes, lo que hizo pensar que con una ubicación más céntrica mejoraría los resultados.
Así que al año siguiente decidieron levantarla en la calle de Rodríguez Sampedro, ocupando, justamente, los espigones central y curvo de los muelles de Fomento. Los resultados fueron igualmente buenos y la Semana Grande siguió creciendo. En esta ocasión, hablamos de 1990, a lo largo. Se extendía desde los espigones a lo largo de todo el paseo del Muelle, hasta la Punta Lequerica.
Pero tampoco fue suficiente. La afluencia de público seguía creciendo, la expectación también y la demanda de ocupación comenzaba a desbordar. La opción siguiente fueron los terrenos que había dejado vacíos entonces los Astilleros Cantábrico, en el lugar donde hoy se levantan las viviendas de Poniente con forma de barcos. Allí aguantó tres años. Hasta que en 1994 las circunstancias volvieron a obligar a un traslado. Esta vez al Parque Inglés, hoy llamado de los Hermanos Castro. Por entonces no estaba asfaltado y su propia concepción de parque dificultaba mucho la adecuación de espacios, por lo que no quedaba otra opción que crecer a lo largo del río Piles, hacia la Feria de Muestras.
A partir de ese momento, estamos en 1995, se intentó de todo para ganar espacio y seguir creciendo. Se expandió hasta el aparcamiento posterior al Palacio de Deportes y a ambos lados del río, hasta que finalmente ocupó los 80.000 metros cuadrados que le ofreció el Ayuntamiento desde el puente del Piles hasta los aparcamientos de El Molinón. En total, 13 años. Pero llegó la demanda de los vecinos de La Gacela y el fallo judicial que obligaba al Ayuntamiento a ubicar la Semana Negra fuera de allí. Era 2007.
A partir de ese momento, soluciones de emergencia. La primera, la playa de Poniente. Pero, a pesar de que es la localización que más le gusta a Ángel Terán, posiblemente porque reunió a un millón de visitantes, fue la más pequeña y sólo duró un año. Después, dos años seguidos en El Arbeyal, con más terreno, pero constreñidos. Ahora queda por estrenar la opción hecha a imagen y semejanza de la Semana Negra. Será la novena.


Salvo que la Justicia, o las urnas, acaben desviando a tiempo la dirección, todos los caminos confluyen en las inmediaciones del campus universitario para levantar la vigesimocuarta edición de la Semana Negra. Tres años hubieron de transcurrir desde que el Ayuntamiento anunciara uno de los destinos a dar a los terrenos, en principio de más de 100.000 metros cuadrados, que corrían a la espalda de la Escuela Politécnica de Ingeniería y que se extendían hasta Justo del Castillo y Albert Einstein para cerrarse sobre la fachada oeste de la Escuela de Marina Civil y penetrar así en el campus. Y polémica con la Universidad al margen, el terreno es el mejor que nunca ha tenido la Semana Negra.
Y no porque los organizadores dispongan de más superficie, que no disponen, sino porque pueden hacer mejor uso de ella. Porque los más de 100.000 metros cuadrados que en el planeamiento inicial figuraban para diseñar ese espacio que el Ayuntamiento denomina «multiusos», han quedado reducidos en esta operación urbanística, a punto de finalizar, a unos 60.000. Más que suficientes, a decir de los organizadores, pero reducidos, en cualquier caso, sobre el planeamiento inicial.
No obstante, los organizadores prefieren más esos «entre 50.000 y 60.000 metros cuadrados» de que gozan en la nueva sede, que los 80.000 de que disponían en El Molinón, a pesar de que el entorno del emblemático campo de fútbol gijonés ha sido desde siempre el gran añorado no sólo por el equipo de Paco Ignacio Taibo, sino por el propio Ayuntamiento. No en vano, los 13 años en que la Semana Negra se expandió entre la avenida del general Perón y el aparcamiento del estadio del Sporting fueron los más exitosos del certamen, tanto por la afluencia popular como por su distribución.
«En El Molinón disponíamos de 80.000 metros cuadrados, pero solo teóricamente, porque no podíamos hacer uso de su totalidad, debido a las instalaciones ya existentes, que te obligaban a diseñar en función de esa disponibilidad. En alguna ocasión, incluso, llegamos a dejar una farola en el interior de una carpa porque no teníamos más margen de maniobra», recuerda Ángel Terán, diseñador de la Semana Negra en buena parte de sus ediciones. Pero, en cualquier caso, la parcela de Castiello sí mejora sensiblemente las dimensiones de las últimas sedes playeras de Poniente y El Arbeyal, localizaciones de emergencia hasta que finalizara la urbanización de la actual y que mermaron mucho las posibilidades de las convocatorias. Tres años limitados ente 40.000 y 45.000 metros cuadrados útiles para acoger a cientos de miles de visitantes.
De ahí, probablemente, el entusiasmo, aún controlado, de las distintas voces que conforman el exitoso coro negro que desde hace 24 años mantiene su cita veraniega en Gijón, a la hora de evaluar los cerca de 60.000 metros cuadrados de 2011. Porque, en todo caso, «lo mejor es que es un terreno limpio, diáfano, que nos permite desarrollar el plano como mejor convenga». Un plano, por otra parte, que no estará disponible hasta el próximo mes. Aunque, en realidad, existir, ya existe uno dibujado hace dos años, cuando todo apuntaba a que la parcela que aún hoy está por acabar de urbanizar, iba a estar disponible para la edición de 2009 y en una superficie aún mayor. Pero las previsiones de entonces no son las de ahora y no es traspasable el plano de 2009.
De lo que sí están seguros, no obstante, los organizadores es de que la adaptación al espacio disponible se hará manteniendo iguales las proporciones dedicadas desde hace años a los tres ejes sobre los que gira la Semana Negra: los libros, los bares y las atracciones. «Fiesta, literatura y cultura popular constituyen todo un cóctel y, como tal, se pueden ir variando las proporciones sin que se pierda la singularidad», comentan fuentes de la organización.
Un ferial más reducido
Las posibles variaciones sobre un mismo resultado vienen a cuento del cambio de fechas. Las fuertes discrepancias del Ayuntamiento con la Universidad de Oviedo por celebrar la Semana Negra en medio de dos de sus escuelas, ha obligado a retrasar a finales de julio, una vez acabados los exámenes finales, la celebración del acontecimiento veraniego que tradicionalmente se celebra en los primeros días de mes. «La cita con los escritores y con los establecimientos de comida y de bebida no tendrían por qué sufrir el cambio de fechas, de hecho, no contamos con ningún problema al respecto. La que no está tan clara es la respuesta de los feriantes», explican desde la organización.
¿Y por qué? Pues porque el estudio de mercado realizado durante las 23 ediciones anteriores de la Semana Negra indica que en la segunda semana de julio la competencia con convocatorias de otras regiones estaba limitada básicamente a la celebración de los sanfermines en Pamplona. «Pero el hecho de que este año la celebremos entre el 22 y el 31 de julio nos hace coincidir con la celebración de Santiago Apostol, un referente de muchas localidades y comunidades autónomas. ¿Quién nos dice que la noria, por ejemplo, no prefiere la feria de Santiago a la Semana Negra?», se preguntan fuentes del certamen festivo-cultural.
De mermar la presencia de feriantes, la primera en celebrarlo será, sin duda, la Universidad de Oviedo, que siempre ha escenificado su oposición a la imagen poco seria que aporta a un campus la silueta de la noria sobre los tejados de los edificios universitarios. En cualquier caso, los organizadores tienen planificado instalar la parte más festiva de la Semana Negra en la parte delantera, cerca de la entrada por la avenida de Albert Einstein, para alejarla del recinto universitario, cuya accesibilidad preocupa al Rectorado por los destrozos que los «semaneros», como los llama Paco Ignacio Taibo, puedan ocasionar.
El Ayuntamiento ha pedido un voto de confianza a la Universidad para demostrarle que evitará cualquier desmán. No lo ha concedido y ha optado por el requerimiento previo al juzgado. Pero la respuesta no llegará a tiempo este año.

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