06.05.2010 - JOSÉ RAMÓN GALÁNEX DIRECTOR DE PROYECTO DE IZAR-GIJÓN
Parece increíble que también para Juliana haya llegado, sin remedio, la hora de poner punto final a la construccion naval en nuestra villa. Es el quinto y último astillero que se liquida tras un siglo de actividad industrial, dentro de un entorno, país y comunidad autonoma sediento de industria, paro inimaginable y crisis económica profunda. Es una incoherencia total que atenta contra el sentido comun y habla muy claro de la ignorancia que adorna a esta la clase politica que nos ha deparado el destino, a no ser que, premeditadamente, se persigan otras intenciones que no se han dado a conocer.
Ya di cuenta tiempo atrás de la capacidad de este astillero -dentro de la competencia nacional e internacional- para hacer frente a cualquier tipo de buque y armador, así como de las instalaciones y de un capital humano que se ha ido desamortizando poco a poco hasta su extinción, sin tener el apoyo de otros de otras zonas de España que, con menos avales, pudieron mantenerse en el grupo Navantia al ser defendidos por sus respectivos gobiernos regionales. Hoy en día, tanto vascos como andaluces y gallegos, desgajados de la matriz, son en cada caso sostenidos por sus autoridades regionales, que priorizan la defensa del sector naval al entender esta industria como actividad capital para sus respectivas regiones.
Aquí, todos (politicos de cualquier condicion y sindicalistas varios) se quedaron días atrás mirando al mar para contemplar la salida hacia la region vecina del casco de un buque de gran belleza, por más señas de armador de esta tierra, el 'Cristina de Masaveu', que nos enseñó la popa y retrató con vergüenza nuestra quietud e ineficacia.
Ahora ya tenemos una fachada marítima -desde Peñarrubia hasta El Musel- llena de playas, paseos y adornos -a falta de algún detalle inmobiliario que no tardará en llegar- para recreo, ocio, solaz y descanso de los incontables turistas que nos visitan. Una alternativa dolorosa para los jóvenes que emigraran, desconectados de su pasado reciente, a los que nadie será capaz de explicarles (por las derivaciones económicas en servicios, mano de obra, etcétera) por qué en estos tiempos que corren van a ver menguada su supervivencia.
Alguien de esta ciudad -no recuerdo quién- escribía no hace mucho tiempo que el devenir nos había llevado a la de supresión de los astilleros en razón de otras novedosas tecnologías de nuevo empuje, lo cual daría lustre a Gijón. También apuntaba que era de sabios prescindir de industrias tan obsoletas como de las que hablamos, sin saber que el proyecto de un buque, su construccion y su posterior navegación se rigen, hoy en día, por los más avanzados adelantos de la ciencia moderna y que son valor añadido.
Los tráficos marítimos serán imprescindibles, mientras el cambio climático no destruya las tres cuartas partes de mar de nuestro globo terráqueo, que debería llamarse marino.
En todo caso, y rozando el disparate, quién puede explicar que se haya prescindido de la escasa plantilla que tenía Juliana hasta hace no más de seis meses y que el medio centenar de posibles incorporaciones de la extinta Naval Gijón y un número indeterminado de subcontratistas con intereses dentro y fuera del astillero queden desamparados, cuando la financiación del buque cementero en construcción, que se trasladó a Astander, lo hizo bajo el paraguas de Cajastur, es decir, de la Caja de Ahorros de Asturias. Esta entidad se la denegó a Juliana cuando dicha financiación podría haber sido el punto de inflexión del astillero y un argumento que esgrimir ante el juez, que en breves fechas tendrá que dictar una resiolución al respecto. Pero, ¿qué es lo que va a poder dictar? Quizás lo que necesitan escuchar algunos para justificar no sabemos qué nueva operación, que dicen perfilada, sin concretar personas, bienes y posición económica.
Hasta hoy, incertidumbre ante la liquidación. ¿Mañana? Dios proveera o aparta de mí este caliz.
http://www.elcomerciodigital.com/prensa/20100506/opinionarticulos/juliana-borda-20100506.html
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