Es nervio puro. Profesora de Música en el Corazón de María, comparte la docencia con su presencia a diario, fines de semana incluidos, en una labor sin sueldo que la enganchó hace 17 años, hasta el punto de llevarla a arrinconar su adorado piano. Se trata del proyecto Prodimar, un trabajo con mujeres en situación social desfavorecida, que Cáritas lleva a cabo en Tremañes. Como si tuviera un reloj personal con más de 24 horas, Pilar Méndez es también la coordinadora de la oenegé de la Iglesia en Gijón, que cuenta con el trabajo desinteresado de 30 parroquias y más de 300 voluntarios. Aunque insiste en lanzar un mensaje positivo, la profe de Música que este año se jubila -«diciendo eso, ya no hace falta poner mi fecha de nacimiento, ¿verdad?»- lo tiene claro «la crisis nos ha desbordado». Muy preocupada por todos los proyectos, pone el acento en La Santina, el centro en el que Cáritas atiende a los enfermos de alcoholismo. «Tenemos una deuda muy grande».
-El director de Cáritas Asturias, Adolfo Rivas, aseguró a EL COMERCIO que 2009 ha sido muy duro, con más de 9.000 familias en riesgo de exclusión. ¿Desde Gijón comparten esa sensación?
-Completamente. La crisis nos ha desbordado. Nos llegan aluviones de peticiones. El teléfono no para de sonar y aquí tenemos, continuamente, citadas a personas, ya que no queremos que haya colas a la puerta. Necesitar ayuda no significa que perder la dignidad. Aquí se da un trato personal a cada petición.
-En el Albergue Covadonga dicen que en 2009 han llamado a su puerta asturianos que nunca pensaron hacerlo.
-Y aquí también. La crisis es tan dura que ha llevado a muchos gijoneses a pedir ayuda. Para pagar el alquiler, la hipoteca, el gas. Incluso vales de alimentos. Pero, insisto, aquí no se hace publicidad de la ayuda. Cada parroquia tiene algún acuerdo con supermercados cercanos y gestionamos los vales de alimento de forma absolutamente discreta. No se llevan bolsas de comida de la parroquia, la compran, como todos, en el súper.
-Entiende, entonces, que se haya incrementado la mendicidad.
-No. Eso es otro asunto. La crisis nos desborda, es verdad, pero en una ciudad como Gijón, con su amplia red social y de solidaridad, no es de recibo la mendicidad. Pero tampoco en otros sitios. Estoy completamente en desacuerdo con eso.
-La falta de recursos, ¿ha reducido las donaciones?
-Pues no. Gijón es una ciudad muy solidaria. Peco de vanidosa, igual, pero diría que la que más. Y se nota en estos momentos. Sabemos de muchas familias en las que ya no trabaja ni el padre ni la madre, pero siguen ahí. En parroquias humildes, donde el paro ha hecho mucho daño, cada vez que hacemos una petición urgente, se vuelcan. No hay ninguna queja del apoyo de Gijón. El problema es que, aunque ayudan mucho, necesitamos más.
-¿Hay algún proyecto en peligro?
-No quiero lanzar un mensaje catastrofista, pero sí necesitamos, con urgencia, ayuda para que La Santina, nuestra casa para desintoxicación de alcohólicos, continúe. Tenemos un déficit enorme. Cada tratamiento cuesta 6.600 euros.
-¿No apoya la Administración?
-Sí, pero poco. Nos ayuda la Consejería de Salud y el Ayuntamiento de Gijón, pero necesitamos mucho más. Cuando surgió el proyecto, llegan enfermos con ingresos, pero Cáritas lleva años apostando por los que nada tienen, con lo cual nuestro perfil ahora es el que está en la calle, con el tetrabrick. Son seis meses de tratamiento, a 1.100 euros al mes, y luego dos años de seguimiento. Insisto, no llegamos.
-Y falta la casa.
-Bueno, lo de la nueva sede... Tenemos todo el apoyo del Principado y del Ayuntamiento, y el dinero reservado para la obra, pero hasta que no se apruebe el Catálogo de Urbanismo, no podemos tocar la casa. Con lo que ahorraríamos, porque ahora pagamos más de 2.000 euros de alquiler. Mi mayor preocupación es La Santina, pero no quiero que se olvide que hacemos muchas cosas más. Pero no se sabe.
A creyentes y no creyentes
-¿La imagen de la Iglesia, o de su jerarquía, perjudica a Cáritas?
-Es posible que haya personas que, enfadadas con algunas opiniones, digan 'bah, a Cáritas no, que es de los curas'. Pero nosotros, aunque sí creyentes, no somos una organización para la Iglesia. Trabajamos para los ciudadanos. No miramos ni credo ni confesión a la hora de ayudar. El que necesita, recibe. Creo que nos vendemos muy mal.
-¿Como si fuesen señoras con perlas dedicadas a la beneficencia?
-Es que esa imagen no corresponde con la realidad. Aquí hay un trabajo solidario de más de 300 personas de todo tipo y condición. Jóvenes, mayores, jubilados, trabajadores, amas de casa... todos colaboran desinteresadamente.
-Véndase ¿Qué hace Cáritas?
-No sé por donde empezar. Pero los trabajadores sociales que tenemos aquí, que hacen un gran trabajo, pueden contarlo.
-Pero la entrevista es a usted.
-Sí, sí, pero es que a mi no me gustan las fotos ni el personalismo. Es que, de verdad, somos un gran equipo que trabaja mucho. Incluso los asalariados, porque sin los técnicos no saldríamos adelante, trabajan más de lo que deben.
-¿En qué?
-Tenemos un Servicio de Orientación e Intermediación para el Empleo, pisos de acogida -para hombres que no pueden vivir independientes por falta de recursos o habilidades sociales-, taller de muebles -para desarrollar hábitos de empleo-, el Llugarín -un servicio de apoyo socioeducativo a niños de familias en riesgo de exclusión-, además de La Santina, de la Oficina de Información al Transeúnte y, el proyecto que me enganchó a Cáritas: Prodimar, en Tremañes.
-Albergue Covadonga y Proyecto Hombre hicieron una jornada de puertas abiertas. ¿No han pesando ustedes hacer lo mismo?
-Sí, porque creemos, de verdad, que si se supiera todo lo que hacemos, tendríamos más ayuda. Pero, claro, yo abro las puertas de esta casa -la sede de Cáritas, en la calle de Álvaro de Albornoz-, pero no la de los proyectos. Los usuarios son sagrados, no algo que visitar.
-¿Qué le gustaría contar en 2011?
-Que La Santina está a salvo. Y que está en marcha la obra.
http://www.elcomerciodigital.com/v/20100524/gijon/crisis-llevado-muchos-gijoneses-20100524.html
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