ELOGIO DE LA POLÍTICA

FESTINA LENTE

martes, 29 de junio de 2010

¿Solidaridad o rechazo?


¿Solidaridad o rechazo?

LUIS MANUEL FLÓREZ GARCÍA
DIRECTOR DE LA FUNDACIÓN CESPA-PROYECTO HOMBRE En 1987, la Asamblea General de la ONU decidió celebrar el 26 de junio de cada año como el «Día internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas», poniendo de manifiesto su determinación en impulsar las acciones y la cooperación internacional necesarias para erradicar las drogas en nuestra sociedad global. En ese momento, Naciones Unidas no se planteó, porque era impensable, que para que el mensaje de la jornada fuera completo se debía luchar también contra la insolidaridad y la discriminación, además de los intereses que revelan algunas personas y grupos de nuestras sociedades «desarrolladas» a la hora de poner en marcha dispositivos de tratamiento y rehabilitación para las personas que tienen problemas con las drogas. Este estilo de rechazo social se le denomina el «síndrome SPAN», que significan «sí, pero aquí no», versión castellanizada de las siglas inglesas NIMBY, que nació hace unos años en EE UU, y que es el acrónimo de la expresión inglesa «not in my back yard»: «no en mi patio trasero».

No se trata de un fenómeno nuevo, pero en las últimas décadas parece que ha arraigado en nuestro país y en nuestro entorno más cercano, adquiriendo un protagonismo creciente. El «síndrome SPAN» se empleó inicialmente para oponerse a infraestructuras consideradas nocivas para la salud y el medio ambiente, y más tarde para todo tipo de dispositivos de asistencia social: drogodependientes, personas enfermas de sida o personas sin hogar, entre otros.

Este estilo de «hacer vecindad» está en expansión y puede brotar en cualquier lugar de nuestra geografía nacional, autonómica o local, como es nuestro caso, grupos de presión cuyo fin último, no nos engañemos, es dividir a los ciudadanos entre los que tienen derechos reconocidos y a los que no se les quiere reconocer en función de su posición en la «escala» social.

La única terapia eficaz para hacer frente a este síndrome y a sus síntomas es que estos contravalores no se impongan y que seamos mayoría los que luchamos y defendemos, hoy y en el futuro, los valores que nos hacen genuinamente humanos, porque lo único que debemos excluir son, precisamente, las ideas de los que defienden la exclusión.

Para finalizar, dos afirmaciones: la primera, para decir que, a pesar de las incomprensiones, del rechazo y del desprecio al que estamos siendo sometidos por parte de algunos vecinos de El Natahoyo, seguiré diciendo que la labor de Proyecto Hombre se explica por sí sola, nos avalan 23 años de trabajo continuado en favor de las personas que tienen problemas con las drogas. Nuestras puertas siempre están abiertas a quienes quieran conocernos. La segunda es para insistir en que una sociedad debe arbitrar recursos de inclusión más allá de los intereses particulares. No se puede gastar más tiempo y energías en rechazar a las personas que en ayudarlas. Esto lo entiende y practica, desde hace años, la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas de nuestros barrios en Gijón y ciudades de Asturias, a los que animo a mantener ese espíritu inclusivo y solidario de manera activa. Sólo así estaremos celebrando realmente la jornada mundial de la lucha contra las drogas.

http://www.lne.es/gijon/2010/06/29/solidaridad-o-rechazo/935751.html

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