“Un gobierno en retirada”
Un gobierno no puede utilizar la táctica ventajista de apropiarse de los aspectos positivos de la evolución económica y buscar estrategias para explicar las negativas o achacarlas a efectos externos o ajenos a su labor
Los principales ejes de comunicación asturianos siguen inacabados y sin visos de poder realizarse en el corto plazo, así como la mayor parte de las infraestructuras prometidas y consideradas estructurales para el despegue siguen pendientes de su finalización y con dudas sobre su viabilidad
En el cambio en la estructura económica asturiana y la realidad empresarial, la influencia ha sido más bien nula, cuajada de fracasos y escándalos, y en algunos aspectos (como las subvenciones y ayudas empresariales, o las medidas fiscales) ha sido negativa
La despreocupación en tomar verdaderas medidas de austeridad, garantizan que no existe ni un plan ni un proyecto para salir de la crisis
Jamás en esta década ha habido una actuación coordinada entre Administraciones Públicas sobre la base de un orden lógico de prioridades pensando en el ciudadano. Sólo han primado intereses políticos, necesidades clientelares y peleas partidistas
Un gobierno socialista en franca retirada se niega a tomar las decisiones necesarias, con la intención de diferir su responsabilidad en este fracaso al gobierno que ejecute las políticas tras las elecciones de mayo de 2011
Asturias debería haber acabado la primera década del Siglo XXI con los deberes hechos, y no lo ha conseguido
Tras el discurso del Presidente Areces en el debate de orientación política, UPyD en Asturias quiere declarar:
A lo largo de los últimos diez años el Gobierno socialista ha pintado un panorama idílico de la realidad asturiana. Sin embargo, el balance de una etapa de gobierno no es equivalente al balance de la marcha de una economía: independientemente de que la coyuntura ofrezca buenos o malos resultados, un gobierno no puede utilizar la táctica ventajista de apropiarse de los aspectos positivos de la evolución económica y buscar estrategias para explicar las negativas o achacarlas a efectos externos o ajenos a su labor.
La situación de la economía asturiana en el SXXI es básicamente el fruto de los cambios estructurales operados en los 80 y 90, que cambian el rumbo de una economía muy industrializada y excesivamente dependiente de la gran industria pública. Esas decisiones no son responsabilidad del Gobierno socialista sino que tomaron forma en una estrategia dirigida desde el gobierno central. El hecho de que ahora contemos con una economía más diversificada, más capaz de reaccionar ante cambios de la envergadura que afrontamos, no es en absoluto un logro que el presidente Areces pueda conceder a su gobierno. Por el contrario, como resultado de diversas políticas y la bonanza económica, el gobierno asturiano ha dispuesto de numerosas transferencias y consumido ingentes cantidades de recursos públicos en la década más próspera de la historia reciente española, aprovechando el crecimiento económico de manera marginal y prometiendo resultados para el fin de la década. Una Asturias productora de energía, conectada a la Alta Velocidad, con un puerto marítimo para el siglo XXI y las conexiones por autovía finalizadas de este a oeste, han sido las principales promesas del gobierno socialista.
Hoy, esta década de oportunidades perdidas ha finalizado, y hoy Asturias se encuentra en una encrucijada. Los principales ejes de comunicación asturianos siguen inacabados y sin visos de poder realizarse en el corto plazo, así como la mayor parte de las infraestructuras prometidas y consideradas estructurales para el despegue siguen pendientes de su finalización y con dudas sobre su viabilidad, mientras el gasto corriente sigue aumentando con lo que nuestra capacidad de ahorro e inversión se reduce paulatinamente.
Nuestra realidad es que en aquello que forma parte de las competencias autonómicas, la gestión ha sido manifiestamente mejorable, y a todas luces requiere una urgente coordinación estatal, mientras que en el medio plazo se hace evidente la necesidad de una asunción de determinadas competencias por parte del gobierno central. Sobre la influencia del gobierno autonómico en el cambio en la estructura económica asturiana y la realidad empresarial, la influencia ha sido más bien nula, cuajada de fracasos y escándalos, y en algunos aspectos (como las subvenciones y ayudas empresariales, o las medidas fiscales) ha sido negativa.
La ausencia de medidas y la reiteración de fórmulas equivocadas parecen reflejar la negativa del gobierno asturiano a asumir el cambio de paradigma que ha traído la crisis. El cambio de rumbo que el gobierno socialista central efectuó en mayo de este año rompió los esquemas de muchos gobiernos autonómicos, que se encuentran inoperantes y sin respuesta que dar ante la crisis, una vez demostrado que el modelo de gasto incontrolado era catastrófico y suicida. La subida de impuestos (Asturias está entre las CCAA con mayor presión fiscal de España, lo que ejerce como barrera para la creación y actividad de empresas y profesionales) y la despreocupación en tomar verdaderas medidas de austeridad, garantizan que no existe ni un plan ni un proyecto para salir de la crisis, en lo que es una profunda carencia de ideas con la que afrontar esta nueva situación.
A mayor abundamiento, la crisis o los escándalos judiciales han podido paralizar obras como la autovía ASIII, el túnel del Fito, el palacio de Justicia o el circuito Fernando Alonso. Sin embargo el gobierno autonómico ha sido incapaz de negociar adecuadamente con el gobierno central para que éste invirtiera por orden de prioridades (autovía del Cantábrico y AVE), al seguir introduciendo nuevos demandas que han perjudicado nuestra capacidad a la hora de cerrar proyectos (autovía La Espina, autovía a León, AVE del cantábrico, etc) pretendiendo apostar por el error hasta el final. Jamás en esta década ha habido una actuación coordinada entre Administraciones Públicas sobre la base de un orden lógico de prioridades pensando en el ciudadano. Sólo han primado intereses políticos, necesidades clientelares y peleas partidistas.
Sobre las cifras y las comparaciones, el gobierno juega con ellas y retuerce los datos, y ante una oposición incapaz de realizar el más mínimo análisis, la información que llega al ciudadano está completamente distorsionada. Asturias cae en la crisis en el tercer trimestre de 2008, mientras que la media de España ya empeora desde finales de 2007 o principios de 2008. Esto hace que los datos de España estén más deteriorados, e incluso que ante una comparativa 2007-2010 Asturias obtenga mejores resultados que la media española. Sin embargo lo realmente importante es ocultado, como es el valor absoluto de determinados parámetros (renta per cápita, tasa de actividad, etc.) o la acelerada velocidad de deterioro. Asturias está relativamente mejor en algunos datos (tasa de paro), pero el desempleo está creciendo comparativamente más rápido, y la cifra de ocupados o activos en relación a la población total es menor; el VAB, el PIB o la renta per cápita de Asturias está por debajo de la media nacional; los servicios públicos son los que están evitando una mayor caída del PIB, etc. Es preciso hacer una lectura real y no una lectura autocomplaciente, sólo porque nuestro Presidente quiera retirarse de la escena pública en una ficción interesada.
El gobierno socialista desoye el crecimiento espectacular de las cifras de paro y la huida de nuestros jóvenes, a quienes formamos con nuestros recursos, en busca de oportunidades que aquí se les niegan. El oriente y el occidente siguen perdiendo población año tras año, mientras el campo asturiano sigue buscando una solución entre la inacción de una administración que defiende el statu quo resignándose a una muerte lenta antes que a tomar las decisiones necesarias. La agravada situación de envejecimiento que se da en nuestra sociedad no obtiene más respuesta del gobierno asturiano que las promesas de aumentar las ayudas al desempleo.
Conclusión
Hoy, un gobierno socialista en franca retirada se niega a tomar las decisiones necesarias, con la intención de diferir su responsabilidad en este fracaso al gobierno que ejecute las políticas tras las elecciones de mayo de 2011. En el discurso socialista no se atisba ni la más mínima autocrítica, ni un reproche sobre la continua inauguración de proyectos que respondían, no a la rentabilidad económica, sino a meros intereses electorales. Proyectos que han puesto en peligro la competitividad de nuestra comunidad, proyectos que han ralentizado la finalización de aquellos verdaderamente importantes que podrían establecer una ventaja comparativa en esta crisis.
Asturias debería haber acabado la primera década del Siglo XXI con los deberes hechos, y no lo ha conseguido. Asturias por culpa de una clase política incapaz de plantear alternativas, sigue pendiente de una reconversión inacababa, acomplejada por su incapacidad para afrontar el futuro sin hacer pivotar su debate público en torno a la explotación de un recurso caduco y a una economía capturadora de subvenciones.
Nuestra sociedad requiere de un liderazgo nuevo que interprete la realidad asturiana y española como un modelo conjunto. Un liderazgo que confíe en las posibilidades de nuestro país y que trasmita a la sociedad las exigencias de sacrificio, responsabilidad y sentido de estado que se avecinan en el futuro. Que entienda que los jóvenes deben formar parte activa de nuestra sociedad y que los ejes tradicionales de la política asturiana: sindicatos, carbón, y gran obra pública, no son suficientes para afrontar los retos de este nuevo siglo.
Asturias requiere de una clase política que cumpla lo que dice, que no traicione la confianza de los asturianos por unos miles de votos, que piense en el interés general por encima de los compromisos clientelares y la tendencia al conservadurismo. Que recuperé la responsabilidad inherente a la acción de gobierno, no como el arte de contentar a todos, sino como la necesidad de tomar decisiones difíciles con la certeza de que son las decisiones correctas.
Consejo Territorial UPyD-Asturias
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