El programa «En bus por  la gorra», que supone el acceso gratuito a los autobuses municipales de  los niños y niñas menores de 13 años, se puso en marcha en octubre de  2007 como una fórmula de ayudar al bolsillo de las familias gijonesas  pero, también, como una estrategia de la Empresa Municipal de  Transportes Urbanos (Emtusa), que preside el concejal Santiago Martínez  Argüelles, para acercar el transporte público a los más pequeños y  fidelizar nuevos clientes. Ya el primer año de funcionamiento de esta  propuesta se alcanzaron los 600.000 viajes: 200.000 mil más de los  previstos inicialmente. El año pasado se contabilizaron un total de  658.519 viajeros. Nadie tenía dudas de que el gratis total iba a tener  éxito. Sin embargo, sí se cuestiona desde algunos ámbitos que ese  esfuerzo económico de las arcas de Emtusa (o del Ayuntamiento, que es lo  mismo ya que es el único accionista de esta sociedad) tenga una  recompensa en el fichaje de viajeros para la empresa. 
¿Es el autobús municipal el transporte preferido de los jóvenes?  El análisis de las estadísticas sobre la edad de sus usuarios que  maneja la empresa es motivo para algunas reflexiones en las franjas de  edades más bajas. Para empezar, debido a las propias actividades de los  niños en esas edades y vinculado a la gratuidad de los desplazamientos,  hay un tirón importante en el número de viajeros que tienen entre diez y  doce años. Si la media de viajes infantiles que controla Emtusa está en  unos 60.000 anuales, al llegar a los 12 años se elevan a unos 130.000.  Pero, curiosamente, ese repunte sufre un descenso justo cuando ese  viajero cumple 13 años y pierde la opción de ir gratis en autobús. Si  las necesidades de transporte, tanto para ir al colegio como para  desplazarse a los puntos donde realizan actividades deportivas o de  ocio, en esa edad son muy similares a las del mismo niño con 12 años es  evidente que la única baza que tenía Emtusa, y ahora pierde, es ofrecer  ese desplazamiento gratis. 
A nivel global, los menores que viajan gratis suponen sólo un 3%  del total de los viajeros anuales que mueve la Empresa Municipal de  Transportes Urbanos (Emtusa). Más en concreto: en el año 2008 fueron un  3,10% de los más de 20 millones de viajeros y en 2009 un 3,38% de unos  19,5 millones de viajeros. Las perspectivas para el año que viene son  que el número de viajeros infantiles se mantenga, pero sobre un descenso  del 4% en el total de viajeros. Rebaja que la dirección de la empresa,  frente a la opinión de sus trabajadores, achaca a la crisis del sector  del transporte a nivel nacional y no a la mala gestión de la compañía  gijonesa. 
También es motivo de resquemor en el sector del transporte la  competencia que la empresa municipal genera con esta iniciativa hacia  empresas privadas que se ocupan del transporte escolar. Por ahora no ha  trascendido de manera importante ninguna denuncia, pero el malestar está  presente. Si sólo con la adquisición de la tarjeta ciudadana del  Ayuntamiento se puede llevar gratis al pequeño al colegio, ¿quién quiere  pagar un autocar cinco días a la semana? 
Los trece no es la única edad crítica. A partir de ese momento  la curva de edades empieza a subir poco a poco hasta llegar a la franja  de los 18 y 19 años en que, de nuevo, hay un bajón. Los expertos en  movilidad entienden que llega aquí la competencia del coche, ya que es  la edad en que los jóvenes tienen acceso a sacarse el carné de conducir y  prefieren alardear de su nueva posesión y tener una mayor libertad de  movimientos antes que disfrutar de las bondades del transporte público.  Los picos de subida y bajada son la imagen de la gráfica que resume el  acceso de los veinteañeros a la flota de autobuses de la Empresa  Municipal de Transportes Urbanos de Gijón. 
La estabilidad llega cuando los viajeros tienen entre 30 y 35  años. Entonces, y en plena consolidación de sus familias, el autobús se  presenta como una opción más que positiva que ahorra dinero, facilita  los desplazamientos y evita el malhumor de no encontrar aparcamiento al  final del trayecto, ya sea de trabajo u ocio. La conexión con el autobús  se mantiene a partir de entonces durante gran parte de la vida laboral  e, incluso, tras la jubilación. Aunque todo esto teniendo en cuenta,  como punto de partida del análisis de la movilidad en la ciudad, que el  60% de los desplazamientos que se realizan por el centro de la ciudad se  hacen a pie aprovechando las facilidades que da la propia ciudad para  ir caminando de un sitio a otro. Esa misma estadística establece que el  25% de los desplazamientos se hacen en vehículo privado y un 10% en  autobús público, que es el transporte que se reivindica para ir a  trabajar. 
Un par de datos para demostrar la distancia de los jóvenes hacia  los autobuses municipales. La memoria de Emtusa del año 2009 establece  que se realizaron 1.230.147 viajes con la tarjeta de menores de 26 años  frente a los 1.893.863 viajes que se realizaron usando la tarjeta para  mayores de 65 años. Ambas suponen la misma bonificación y tienen el  mismo coste.
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