Los padres de los alumnos del colegio rural sostienen que la ampliación del centro es urgente para acabar con el caos y las casetas de obra
Presumen de Parque Tecnológico y se les llena la boca con el tema de la conciliación, pero ¿en qué condiciones?». El reproche a la Administración es de los padres del Colegio de Cabueñes, hartos del problema de masificación del centro generado como consecuencia de la llegada de nuevos inquilinos al vecino parque empresarial, al hospital y a la Universidad y, en parte, debido también al prestigio adquirido durante años por este centro público.
En cinco años la comunidad escolar de Cabueñes ha crecido de forma desmesurada recibiendo a cien alumnos más que en 2005. ¿El resultado? Mamparas en las aulas, gimnasios multiusos, aseos en casetas de obras, bibliotecas para clases improvisadas y un comedor saturado. «La situación es caótica, todas las carencias se suplen a base de esfuerzo humano, porque, si no, ya habrían cerrado el centro», sostienen los padres, que atribuyen a la Consejería de Educación buena parte de sus problemas. «Siempre hay algo más urgente que atender», apuntan.
Su desesperación ha llegado hasta el punto de que algunos han optado por llevar a sus niños a otros centros. «Y queremos decir a los que se lo estén pensando que no los traigan aquí. Es un caos», añaden. El estado de abandono es tal que el colegio, considerado como centro preferente para escolares con problemas motores, se ha convertido en un espacio «laberíntico», con una única aula sin barreras. Por ello piden que se adapte a las necesidades de esos alumnos o que se descatalogue de su carácter prioritario para la integración de estudiantes con déficit motor. «Es ridículo que se mantenga en la situación actual», aseguran desde la Asociación de Padres y Madres (AMPA). Actualmente son 397 alumnos sin que las instalaciones se hayan adaptado lo más mínimo. Consideran que existe terreno suficiente en las inmediaciones del colegio para realizar una ampliación que permita cubrir todos los déficits citados o, incluso, apuntan que una redistribución y renovación interna del edificio podría mejorar las circunstancias actuales. «En la Consejería no tenemos interlocutores», afirman, «prometieron venir a tomar medidas, pero lo dejaron porque tienen otras prioridades».
En las aulas no se cumplen los ratios establecidos por la Administración, por ello reclaman que el centro pase a ser considerado de línea 2 (con dos grupos de alumnos en cada nivel). Los padres temen que el problema sea mayor a partir del próximo curso cuando se incorporen al edificio de Primaria los 50 niños que terminan el ciclo de Infantil. «En el Principado conocen las carencias que tenemos, pero lo han ido posponiendo», lamentan. Con ese medio centenar de alumnos se volverán a repetir los traslados de los niños, de aula en aula, cada uno con su silla. También seguirá la mampara en la sala de profesores para compartir los desdobles de la clase de informática o las asignaturas optativas con varios grupos concentrados en la biblioteca o en el gimnasio. En el comedor, que no superó la inspección sanitaria de 2009, continuarán los dos turnos establecidos este curso, con los que ya llegan «apurados» para cumplir los horarios; 342 de los 397 alumnos, más el equipo del colegio, se quedan a comer allí a diario.
La situación está complicando igualmente la labor del profesorado. «Están aburridos y saturados», cuentan los padres. A su juicio, la incorporación de una partida económica en los Presupuestos regionales del próximo año para iniciar la ampliación o la redistribución de los espacios internos podría atajar parte de sus males. «No es un capricho, sino una necesidad», zanjan.
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