ELOGIO DE LA POLÍTICA

FESTINA LENTE

domingo, 15 de noviembre de 2009

Cultura y metrotren

15.11.09 -
RAMÓN AVELLO
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C OMO en tantas cosas, en la elección de la 'Capital Europea de la Cultura' hubo un antes, un ahora y, sin duda, habrá un después. Antes, cuando Europa era una unidad de peticiones de fondos comunitarios en lo universal, la Comisión Europea seleccionaba y designaba a la ciudad por unanimidad, desde la propia Comisión. Una unanimidad que no excluía que se pudiesen nombrar en un mismo año dos capitales culturales -es el caso de Brujas y Salamanca en 2002- o, de una manera excepcional y tal vez por la borrachera del cambio de milenio, Santiago de Compostela y otras ocho ciudades: Avignon, Bergen, Bruselas, Cracovia, Helsinki, Praga y Reikiavik, en 2000. Ahora, la Capitalidad Europea de la Cultura se elige por turno riguroso y cuota relativa entre dos Estados europeos.
En ese turno-cuota, a España y Polonia le corresponden el año 2016. Un jurado de trece miembros justos, seleccionado por el Ministerio de Cultura español y la Unión Europea, elegirá ese año, la Capital de la Cultura en España entre trece candidaturas presentadas. Entre ellas, la candidatura trinitaria de Asturias -Avilés, Gijón y Oviedo-, que deberá competir, siguiendo un orden más o menos de proximidad en la enumeración, con Santander, Burgos, San Sebastián, Segovia, Alcalá de Henares, Cáceres, Cuenca, Zaragoza, Córdoba, Málaga, Tarragona y Palma de Mallorca.
Algo aportará la ansiada capitalidad cuando tantos la desean. Económicamente, el premio directo que da Europa, dista mucho de ser desorbitado, se reduce a un millón y medio de euros. No obstante, la ciudad seleccionada se podrá beneficiar de los créditos adelantados por los Fondos Estructurales Comunitarios como contribución al desarrollo urbano y de infraestructuras locales. Unido esto a la propaganda de cara al turismo europeo, no es un mal galardón.
Es la primera vez que a la Capitalidad Cultural se presenta una candidatura única de tres ciudades, tal como es el caso de Oviedo, Gijón y Avilés. Quizás esta falta de precedentes, pues los premios siempre se han dado a una ciudad, resta posibilidades. Sin embargo, también suma voluntades. De hecho, y aunque no sean vinculantes y sólo sirvan para explorar un estado de ánimo colectivo, en las votaciones de la Asociación de Ciudades Candidatas a la Capitalidad Europea de la Cultura, Asturias es, por ahora, la segunda 'ciudad' más votada, sólo superada, y por muy poco, por Santander.
Es indudable que Asturias presentará una oferta cultural conjunta y simultánea, como ya ha hecho con la Noche Blanca, pero también que esta nueva oferta será deficitaria mientras no se den dos condiciones. La primera, una concepción unitaria, global de las programaciones culturales de cierta relevancia que hasta ahora funcionan, en su programación y sus actividades, como pequeñas islas autónomas: Auditorio Príncipe Felipe, Laboral, Campoamor, Palacio Valdés y dentro de un tiempo, tal vez el Centro Niemeyer. La segunda condición es facilitar los desplazamientos entre las ciudades. Tanto en horarios -no puede ser que a las once de la noche Gijón, Oviedo y Avilés estén incomunicadas sin transporte público- como en tiempo. Por ejemplo, se tarda menos en llegar por la autopista a Avilés que en aparcar en el parking de la plaza del Ayuntamiento.
Desde esa perspectiva cultural entre ciudades, la increíble paralización del metrotrén además de un disparate económico es todo un símbolo de retraso cultural y aislamiento entre ciudades.
Asturias presenta una candidatura a 'Capital Europea de la Cultura' que tiene posibilidades, aunque cuenta con inconvenientes.



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