21.10.08 -
ARMANDO F. BARTOLOMÉ COORDINADOR LOCAL DE UP Y D
S I una ley u ordenanza municipal es ineficaz cámbiese, pero, mientras esté vigente, debe hacerse cumplir». Esta sentencia clásica parece una verdad de Perogrullo y, sin embargo, en España es muy común legislar abundante normativa y luego ser muy laxos en el control de su cumplimiento. Da lo mismo que hablemos de tráfico, medio ambiente, hacienda, ruidos, excrementos de perros o licitaciones de obra pública. Practicamos una política de «manga ancha» que tiene, por nuestra inveterada afición por la picaresca, poca penalización electoral por parte de la ciudadanía y ello facilita que sea asumida por muchos gobernantes deseosos de no crearse problemas ni complicaciones. Esta práctica hipócrita entraña un gran déficit democrático porque atenta contra la equidad y tiene siempre como perjudicados a la sociedad en su conjunto y especialmente a todos aquellos ciudadanos que sí cumplen con sus deberes cívicos. Hoy en día, en nuestro país, lo realmente progresista sería que se cumplieran aceptablemente las leyes que ya tenemos; sólo con eso, el avance social sería espectacular. La Administración española, en muchos casos, es como esos padres (y desgraciadamente también algunos centros educativos) que ponen muchas normas a sus hijos pero no los controlan suficientemente y, además, son débiles a la hora de imponer las sanciones que se deberían derivar por su incumplimiento. A lo más, alguna sanción de cara a la galería de vez en cuando y para cubrir el expediente. Esta debilidad es una de las causas fundamentales de la enorme crisis educativa y de autoridad que padecemos y que tiene como efecto añadido la desmoralización de los que «cumplen», que acaban pensando si no estarán haciendo el primo.
Viene esto a cuento porque esta hipocresía institucionalizada está bien ejemplificada en lo que está pasando en la (movida) noche gijonesa. Desde hace ya mucho tiempo, ¿no hay una normativa sobre horarios de cierre de establecimientos, ruidos y alborotos en la vía pública, vandalismo, alcohol de garrafón, tráfico de drogas, etcétera? Pues que se cumpla a rajatabla. Que haya sanciones ejemplares y disuasorias para todos los que incumplan las normas. Sin miedo ni complejos: sustituyendo la ley de la calle por el imperio de la ley, garantía de una sociedad justa y democrática. Nada nuevo: 'dura lex sed lex'.
http://www.elcomerciodigital.com/oviedo/20081021/opinionarticulos/calle-20081021.html
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