06.11.10 - 02:18 -       
PEDRO HERRERO 
Felicidades a los vecinos de Carreño que han parado un despropósito  que muchos asturianos consideramos inexplicable. Dejar que el gobierno, con su  actitud abusiva, acometiese la supresión de la frontera que representa el Alto  Aboño, barrera natural contra la degradación medioambiental que afecta a toda la  zona de la ría, hubiese sido una irresponsabilidad y una penosa decisión a largo  plazo. En todo caso, si la actuación era imprescindible y ofrecía alguna remota  ventaja, hubiese necesitado de menos actitudes prepotentes y más argumentos de  peso (necesidad de la operación, usos finales de la superficie y rentabilidad  social) para que cualquier ciudadano se plantease apoyar esa polémica decisión.  
Sin embargo, el partido socialista, que gobierna en todas las  administraciones involucradas, ha repetido el mantra de la llamada «ampliación  de El Musel», trabajo penosamente ejecutado que va dejando un rastro de errores  y equivocaciones indignante. Restar importancia a la suspensión cautelar  demuestra un desprecio absoluto a la justicia y a los vecinos, amén de una  soberbia difícil de digerir. La vinculación incomprensible del desmonte y la  ampliación portuaria, cuando el relleno ya se ha realizado, y van a sobrar  metros en el terreno ganado al mar por el puerto, es uno de esos grandes  interrogantes que nadie explica. 
En los años ochenta, gracias a decisiones de este cariz, se  convirtió la playa y la ría de Aboño en un parque de carbones. Sí, han leído  bien. Ya en democracia, una playa y una ría transformados en una explanada para  acumular carbón. Nunca subestimemos la suprema majadería de nuestros políticos.  
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