La gestión prudente del territorio debe convertirse en el núcleo del debate ciudadano. Urge poner las bases de una nueva cultura que impregne la legislación estatal y autonómica, que oriente la práctica de todos los ayuntamientos y del conjunto de las administraciones, que provea el marco adecuado para el buen funcionamiento del mercado y que haga prevalecer los valores de la sostenibilidad ambiental, la eficacia
funcional y la equidad social.
Consideramos que la gestión del territorio debe adoptar estos principios:
- El territorio es un bien no renovable, esencial y limitado, una realidad compleja y frágil.
- El territorio contiene valores ecológicos, culturales y patrimoniales que no pueden reducirse al precio del suelo. Bien gestionado constituye un activo económico de primer orden.
- El planeamiento territorial y urbanístico exige la actuación de los poderes
públicos. Frente a toda veleidad desreguladora, hay que defender la importancia de la
legislación, la normativa y la gestión urbanística para el buen gobierno territorial.
- El planeamiento municipal debe facilitar el acceso a la vivienda, el goce de los servicios y la preservación del medio ambiente.
- El planeamiento territorial debe proveer acuerdos básicos sobre el trazado de las infraestructuras, el desarrollo de los asentamientos y el sistema de espacios abiertos.
Es necesario un planeamiento a escala territorial que coordine y vincule el planeamiento municipal para un nuevo modelo de urbanización, basado en el ahorro del consumo de suelo, la convivencia de usos y la cohesión social.
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